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El Grupo de Helsinki celebra 10 años de promoción de la participación femenina en la ciencia

Hace una década la Comisión Europea estableció un grupo con la misión de que impulsara la participación de las mujeres en la ciencia en toda Europa. Tras diez años de funcionamiento, el «Grupo de Helsinki», como se dio en llamar, sigue en marcha con el mismo vigor. CORDIS No...

Hace una década la Comisión Europea estableció un grupo con la misión de que impulsara la participación de las mujeres en la ciencia en toda Europa. Tras diez años de funcionamiento, el «Grupo de Helsinki», como se dio en llamar, sigue en marcha con el mismo vigor. CORDIS Noticias entrevistó a Tiia Raudma, de la Unidad de Ciencia, Cultura y Género de la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea, quien hizo un repaso de lo logrado hasta ahora por el Grupo de Helsinki y de los retos que aún tiene ante sí. Nadie mejor que la Sra. Raudma para hablar de esta iniciativa, pues fue uno de los miembros fundadores de este Grupo, en 1999, cuando trabajaba en el Ministerio de Investigación de Estonia. La Sra. Raudma recuerda que la primera reunión, aquel año, tuvo lugar en un palacio de congresos de Helsinki que tenía vistas al mar. Era diciembre, un día oscuro, y hacía un frío muy intenso. Los participantes procedían de muy diversos ámbitos y no se conocían entre sí. Mientras que algunos estaban familiarizados con las cuestiones de género y tenían mucho que decir al respecto, otros apenas se habían parado a pensar en el tema y no estaban seguros del motivo por el que se encontraban allí. Pese a ello, asegura la Sra. Raudma, «aquel primer encuentro fue realmente fascinante; todos aprendimos mucho». Entonces se tenía la impresión generalizada de que había un número insuficiente de mujeres que se dedicaban a la ciencia y de que los puestos de mayor responsabilidad científica estaban ocupados por hombres. Sin embargo, había un factor de peso que impedía que se interviniera en este asunto: la falta de datos. La Comisión Europea se propuso remediarlo con la ayuda del Grupo de Helsinki. En aquel momento Eurostat no recopilaba tanta información como ahora, por lo que gran parte de la información fue recabada por una red de «corresponsales estadísticos del Grupo de Helsinki» establecida para tal fin. No fue tarea fácil. «Llamaba a la oficina de estadística y preguntaba "¿Que tenéis?", y me respondían "¡Poca cosa!"», recuerda la Sra. Raudma. Estonia, añadió, es lo suficientemente pequeña para que una sola persona pueda telefonear a todas las universidades y les pida estadísticas. Pero para los corresponsales de países más grandes la tarea fue mucho más compleja. En muchos casos, sencillamente no se disponía de datos sobre la cantidad de mujeres científicas, dado que en las cifras de investigadores no se distinguía entre hombres y mujeres. Pese a las dificultades, el Grupo logró recopilar una versión inicial de las «She Figures» [en inglés, juego de palabras entre «Cifras de mujeres» y «Ella figura»], que mostraron por primera vez cuántas mujeres emprendían carreras científicas y, otro dato importante, cuántas ostentaban cargos destacados en la ciencia. Además de revelar las dificultades que afrontaban las mujeres en la ciencia, las estadísticas sacaron a la luz otra tendencia interesante, señaló la Sra. Raudma. En los países que invertían más en investigación y desarrollo (I+D), los sueldos de los investigadores suelen ser más elevados, por lo que son más los hombres (y menos las mujeres) que se dedican a la investigación. En cambio, los países que invierten menos en ciencia suelen también ofrecer una remuneración más baja a sus científicos; en estas naciones suele haber más mujeres dedicadas a esta profesión. La Sra. Raudma señaló que, aunque hay excepciones a esta regla, las cifras ponen de relieve que «no se puede simplemente inyectar más dinero a la investigación y el desarrollo sin abordar cómo llevamos a cabo la investigación». En opinión de la Sra. Raudma, el actual sistema de investigación se diseñó para hombres cuyas mujeres fueran amas de casa y, sencillamente, no ha evolucionado al ritmo de los cambios en la sociedad. Por ello, adujo, el sistema tiene la apremiante necesidad de modernizarse, y aseguró que para los hombres también sería beneficioso que se favoreciera el equilibrio entre la vida laboral y personal de los investigadores y se les concediera más flexibilidad. Provisto de sus estadísticas exhaustivas, el Grupo de Helsinki ha realizado una función importante por lo que se refiere a colocar el tema de las mujeres en la ciencia entre las prioridades de la política de investigación. Ahora esta cuestión se considera importante a todos los niveles. No obstante, matizó la Sra. Raudma, «aún no hemos conseguido que constituya una parte insoslayable del panorama de la investigación. La labor del Grupo de Helsinki aún no ha terminado.» Además, unos países han avanzado más que otros. Esta cuestión, estima, apenas se discute aún en alrededor de la mitad de los países representados en el Grupo de Helsinki, cuyos miembros proceden de los Estados miembros de la UE y de los países asociados a los programas de investigación comunitarios. Entretanto, el Grupo de Helsinki sigue constituyendo un foro importante para que los Estados miembros y la Comisión puedan reunirse, tratar la cuestión de la participación de las mujeres en la ciencia e intercambiar ideas y mejores prácticas. Mirando al futuro, la Sra. Raudma confía en que dentro de diez años muchas de las ideas y recomendaciones del Grupo de Helsinki gocen de plena aceptación. Hasta ese día, este Grupo seguirá contribuyendo a la elaboración de informes y estadísticas para poner de relieve que cada vez que una mujer queda al margen de la ciencia, es el mundo científico el que sale perdiendo.

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