Un estudio desvela el coste de la resistencia a los fármacos para las bacterias
Desarrollar la resistencia a ciertos antibióticos puede tener un precio para las bacterias, según sugiere una nueva investigación sueca. Sara Thulin Hedberg, de la Universidad de Örebro, estudia la bacteria Neisseria meningitidis, una de las principales causas de la meningitis, y ha averiguado que las bacterias que son resistentes al fármaco rifampicina no se reproducen tan rápidamente como las bacterias no resistentes y no tienen la misma capacidad para infectar a humanos. Espera que sus hallazgos, que forman parte de su tesis doctoral, lleven al desarrollo de nuevos antibióticos más eficaces. «Al mejorar nuestro conocimiento de cómo cambian las bacterias y se ven afectadas al desarrollar resistencia, se podrían diseñar antibióticos a los que a las bacterias les cueste más adaptarse sin un coste excesivo para sí mismas», explicó. Las bacterias meningocócicas normalmente son inocuas. Entre el 10% y 25% de la población es portadora de estas bacterias en la garganta sin saberlo. Sin embargo, por razones que aún no se entienden del todo, las bacterias a veces se introducen en el torrente sanguíneo y llegan a la barrera hematoencefálica. De este modo provocan una infección en las meninges, que cubren el cerebro y la médula espinal. Cuando esto sucede, se requiere cuidado médico intensivo, pero incluso con un tratamiento médico rápido muere alrededor del 10% de los pacientes. En los últimos años se ha informado desde varios países acerca de bacterias meningocócicas resistentes a algunos de los principales antibióticos utilizados contra la meningitis, como la penicilina, ciprofloxacina y rifampicina. Sara Thulin Hedberg investigó más de 700 muestras de N. meningitidis tomadas de pacientes en Suecia entre 1995 y 2008, probando su vulnerabilidad a 7 antibióticos. Aunque algunas muestras eran resistentes a algunos antibióticos, los niveles generales de resistencia siguen siendo bajos y estas bacterias no parecen extenderse en la población. «Esperábamos una tendencia más negativa, teniendo en cuenta el considerable aumento de bacterias resistentes en la sociedad, por lo que estos descubrimientos son una sorpresa y un gran alivio», comentó. En efecto, los resultados implican que, al menos en Suecia, las bacterias meningocócicas siguen siendo vulnerables a los fármacos de primera línea que se suelen utilizar para tratar y prevenir la meningitis, como la penicilina y ciprofloxacina. Sin embargo, advierte que los médicos aún deberían probar la vulnerabilidad a antibióticos de muestras para garantizar que se están utilizando los fármacos adecuados y para detectar cualquier resistencia que surja. Un análisis más profundo de las bacterias resistentes a la rifampicina sugiere que un factor que frena la propagación de microbios resistentes a fármacos puede ser el coste que conlleva adquirir resistencia al fármaco. Unos experimentos revelaron que las bacterias resistentes a fármacos son más débiles que las bacterias vulnerables a dichos fármacos. Esto significa que en un entorno sin antibióticos, los microbios resistentes a fármacos simplemente no pueden competir con las demás bacterias. Entre los síntomas de la meningitis se encuentran rigidez en el cuello, fiebre, fotosensibilidad, confusión, dolores de cabeza y vómitos. Los pacientes requieren hospitalización y tratamiento inmediatos, pero aunque los fármacos se administren rápidamente, entre el 5% y 10% de los casos son mortales. Además, hasta una quinta parte de los supervivientes pueden sufrir daño cerebral, pérdida auditiva o dificultades de aprendizaje. En todo el mundo se registran grupos reducidos de casos, pero la mayor prevalencia de la enfermedad se da en el denominado «cinturón de la meningitis», que se extiende por el África subsahariana desde Senegal hasta Etiopía. Durante la estación seca, las noches frías y los vientos de polvo hacen que la población sea más propensa a padecer infecciones respiratorias. Al mismo tiempo, el hacinamiento de viviendas y los grandes movimientos de gente en los peregrinajes y que viajan a mercados regionales son condiciones ideales para la propagación de la enfermedad.
Países
Suecia