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Investigadores de la UE tantean el potencial del biogás

Convencidos de que el biogás puede servir a la Unión Europea para cumplir su compromiso de generar el 20% de su energía a partir de fuentes renovables de aquí al año 2020, un grupo de investigadores trata de averiguar qué tecnologías y marco normativo serían óptimos para favor...

Convencidos de que el biogás puede servir a la Unión Europea para cumplir su compromiso de generar el 20% de su energía a partir de fuentes renovables de aquí al año 2020, un grupo de investigadores trata de averiguar qué tecnologías y marco normativo serían óptimos para favorecer la producción a gran escala pero sostenible de biogás en Europa. El trabajo pertenece al proyecto SEBE («Entorno europeo sostenible e innovador para el biogás»), que recibió 2,6 millones de euros del Programa Europa Central, financiado a su vez por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). El biogás es uno de los vectores de energía más versátiles, ya que se puede usar para generar electricidad y calor, para refrigeración y como combustible para vehículos, y puede transformarse en biometano y distribuirse por la red nacional de suministro de gas. «La producción de biogás se fundamenta en un proceso anaerobio natural y tiene lugar en un entorno técnico controlado que permite la captura y el aprovechamiento de los gases generados», explican los investigadores de SEBE. «El proceso biológico anaerobio degrada y estabiliza la materia orgánica por la acción de microorganismos y conduce a la formación de metano y productos inorgánicos como el dióxido de carbono. El gas metano es un vector de energía y por tanto puede aprovecharse para generarla.» Subrayan que «podría desplazar a otras fuentes como las de origen fósil, por lo que puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuir a la configuración de un sistema energético más sostenible». Resumiendo, «la digestión anaerobia con producción de biogás puede desempeñar una importante función de cara a cumplir el objetivo marcado para 2020», insisten. Alemania, por ejemplo, se ha percatado de esta posibilidad y ya ha instalado cerca de 5.000 centrales de biogás y tiene capacidad para construir aún más. En cambio, hay países europeos indecisos y escépticos ante la viabilidad económica de estas centrales. SEBE está resuelto a despejar estas dudas divulgando en Europa central conocimientos fundamentales sobre el biogás, sus posibilidades y las políticas y normas necesarias para que se afiance como fuente de energía renovable. El proyecto está coordinado por Internationalisierungscenter Steiermark (ICS, Austria) y en él se presta especial atención a regiones de República Checa, Hungría, Polonia, Eslovenia y Eslovaquia. Una de las metas principales del proyecto es la transferencia de conocimientos a estos países. Pero como paso previo el proyecto se propone definir los requisitos para la buena marcha de programas de digestión anaerobia en toda Europa y especificar las áreas donde hace falta un mayor grado de desarrollo y armonización. Según indica el propio equipo científico, se dedican a investigar una amplia gama de temas, entre ellos «distintos entornos de funcionamiento (jurídico, económico, logístico y técnico), la disponibilidad de personal cualificado y los recursos actuales y potenciales». También está elaborando «directrices y una estrategia transnacional de educación y formación futuras en el sector del biogás» y realizando «labores de consultoría para el desarrollo regional». Así, especialistas en biogás de varias instituciones se dedican a distintos temas. Por ejemplo, el director de «Gestión de residuos y emisiones» del «Instituto de Ingeniería Sanitaria, Calidad Hídrica y Gestión de Residuos Sólidos» (ISWA) de la Universidad de Stuttgart (Alemania) se dedica a estudiar las posibilidades de las microrredes de gas descentralizadas. Por otra parte, los investigadores de SEBE pretenden fomentar las colaboraciones entre especialistas en digestión anaerobia mediante una serie de «centros de conocimientos para la competencia». Para que los estudios lleguen a un público lo más amplio posible, formarán una «junta de asesoría política» formada por partes interesadas externas, autoridades y personalidades ilustres no implicadas directamente en el proyecto que ayudarán a divulgar los resultados y contactar con organizaciones y grupos de interés pertinentes de ámbito nacional e internacional. Los investigadores confían que estos canales de comunicación pervivan una vez concluya el proyecto, que tocará a su fin al final de 2013.

Países

Austria, Chequia, Alemania, Hungría, Polonia, Eslovenia, Eslovaquia

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