El hierro del krill fertiliza el Océano Austral
Todos los años, animales marinos grandes y pequeños peregrinan al Océano Austral para alimentarse de las nutridas colonias de krill, un pequeño crustáceo similar al camarón esencial para la cadena alimentaria en el Antártico. Además de constituir un elemento fundamental de la dieta de diversos peces y de pingüinos, focas y ballenas, el krill también se pesca para el consumo humano. Un reciente estudio internacional demuestra que el krill podría contribuir a la fertilización del mar gracias a sus aportes de hierro, lo que a su vez estimula el crecimiento de la flora microscópica que conforma el fitoplancton. Estos hallazgos, publicados en la revista Limnology and Oceanography, demuestran que este proceso potencia la capacidad natural del mar para almacenar dióxido de carbono. El equipo de investigación, dirigido por la British Antarctic Survey (BAS, «Investigación Antártica Británica», Reino Unido), afirma que el krill antártico (Euphausia superba), que habita en la zona pelágica, se alimenta de fragmentos ricos en hierro de organismos en descomposición depositados en el fondo marino y, de vuelta a las aguas superficiales, libera residuos ricos en hierro almacenados en su organismo. «Este descubrimiento resulta particularmente fascinante si tenemos en cuenta que los libros de texto afirman que el krill es de naturaleza eminentemente pelágica», explicó la Dra. Katrin Schmidt, autora principal del estudio e integrante de la BAS. «Se sabía que visitaban el fondo marino, pero se pensaba que lo hacían de forma muy esporádica. Sorprendentemente, se trata de incursiones frecuentes, tanto que hasta el 20% de la población puede encontrarse en tránsito por la columna de agua al mismo tiempo.» Se ha realizado un minucioso análisis del contenido del estómago de más de mil ejemplares de krill recogidos en el marco de diez expediciones de investigación al Antártico. Según el equipo, los estómagos del krill capturado cerca de la superficie del mar presentaban grandes cantidades de material rico en hierro procedente del lecho marino. Para realizar este análisis los investigadores también se basaron en datos acústicos, muestras recogidas con red e imágenes de krill en el fondo marino, y llegaron a la conclusión de que estos animales descienden frecuentemente al lecho marino para alimentarse. Este hallazgo podría afectar a la gestión de la pesca comercial de krill y ofrecer nuevos datos sobre el ciclo natural de carbono del Océano Austral. Los investigadores afirman que estos pequeños aportes de hierro estimulan tremendamente la proliferación de la flora y la absorción del dióxido de carbono. El krill antártico puede alcanzar una longitud de seis centímetros y vive entre cinco y seis años. Los expertos ponen de relieve el aumento de la pesca de krill en el Antártico, actividad ésta controlada por la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). Para garantizar que la expansión de la pesca permanezca dentro de los límites de lo razonable, la CCRVMA precisa de información científica sobre la función del krill dentro de la red trófica a gran escala. Según cálculos actuales, existen entre cien y quinientos millones de toneladas de krill en el Océano Austral, cifras éstas que los científicos equiparan al peso de la población humana. «El siguiente paso consiste en estudiar el proceso exacto mediante el cual se libera este hierro en el agua», comentó la Dra. Schmidt. A este estudio contribuyeron científicos de la Universidad de Southampton (Reino Unido), la Universidad de Oslo (Noruega) y la Australian Antarctic Division (División Antártica Australiana).Para más información, consulte: British Antarctic Survey: http://www.antarctica.ac.uk/ Limnology and Oceanography: http://www.aslo.org/lo/
Países
Australia, Noruega, Reino Unido