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Cultural Heritage and Identities of Europe's Future

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¿Quiénes son la Unión Europea? Forjar una identidad cultural que refleje la Europa moderna

Europa puede lograr una diversidad cultural auténtica, pero aún queda mucho por hacer para alejarse totalmente del etnonacionalismo. El proyecto CHIEF proporciona un conjunto de recomendaciones para garantizar que no quede ninguna forma de patrimonio cultural sin tener en cuenta.

Sociedad icon Sociedad

Europa se enorgullece de su diversidad cultural. Con todo, las formas de nacionalismo que crecen en muchos Estados miembros ponen en entredicho la eficacia de este enfoque. La idea del «otro» está lejos de haber desaparecido; la sed de reconocimiento de las minorías culturales, nuestra visión de la cultura, la alfabetización y el patrimonio culturales siguen siendo profundamente etnonacionalistas. El proyecto CHIEF (Cultural Heritage and Identities of Europe’s Future), financiado con fondos europeos, ha arrojado una nueva luz sobre esta realidad. Al trabajar con jóvenes en situación de exclusión en nueve países diferentes (Alemania, Croacia, Eslovaquia, España, Georgia, India, Letonia, Reino Unido y Turquía), espera establecer una definición más amplia de la «alfabetización cultural», es decir, la comprensión de las tradiciones, actividades e historia de nuestra cultura.

La cultura posétnica

«Existen diferentes factores que plantean retos a la diversidad cultural y la inclusión», afirma Anton Popov, coordinador del proyecto y profesor adjunto de Sociología en la Universidad de Aston. «En primer lugar, se les trata como sujetos de las políticas de integración. Por otro lado, las diferentes culturas pueden mostrarse a través de medios como la religión, o incluso una perspectiva colonialista de la historia». A lo que añade: «Además, la diversidad tiene muchos significados diferentes en los distintos países y existe un fundamento posétnico de la cultura nacional. Esto último tiene la consecuencia adversa de considerar que las minorías y los migrantes “necesitan educación”». Los hallazgos del proyecto revelan la distancia que separa a los grupos culturalmente dominantes de los inmigrantes y las minorías. El equipo del proyecto demostró que los jóvenes suelen reproducir el «statu quo» en lo que respecta a posiciones socioeconómicas y que tienden a reproducir dicotomías y jerarquías que dan lugar a la idea del «otro» y la exclusión. Incluso en organizaciones con programas culturalmente inclusivos, la homogeneidad de los miembros puede acabar generando una falta de reconocimiento de las necesidades reales de esos grupos. Para romper este círculo vicioso, CHIEF se ha centrado en los jóvenes como el «futuro en ciernes», observándolos desde la perspectiva de los entornos educativos y las interacciones humanas informales. Incluso en el momento más álgido de la pandemia de COVID-19, el equipo organizó eventos de intervención para ayudar a los jóvenes a expresar su identidad. Estos eventos incluyeron murales de arte callejero en Georgia, talleres contra el racismo en Alemania y una canción de rap intercultural y un álbum de fotos en el Reino Unido. La primera recomendación, y puede que la más radical, de CHIEF es que nos alejemos de nuestra comprensión etnonacional de la cultura y la diversidad. «Podemos elaborar unos planes de estudio más diversos e inclusivos que incorporen la cultura mixta y pongan de manifiesto la descolonización del conocimiento. La idea es que todos tenemos cultura y que las políticas educativas nacionales deben alejarse de los modelos de deficiencia», explica Popov.

Los retos de los valores europeos

Más allá de un replanteamiento de las identidades nacionales, el proyecto admite que la identidad europea también hace frente a sus propios retos. En los nueve países, la identificación con Europa en términos culturales resultó ser débil y estar subordinada a las identidades nacionales o étnicas/regionales. En general, los valores de apertura y libertad de la Unión Europea (UE) tienden a chocar con las narrativas que los contraponen a la identidad nacional y étnica extendida especialmente entre los ciudadanos de más edad. La UE también lleva una carga política, por lo que ha sido muy divisiva, en particular desde la crisis financiera de 2008-2009. Tal como explica Popov: «Europa se ha obsesionado con la memoria y la historia, hasta un punto tal que los discursos cosmopolitas sobre su difícil pasado ahora son parte de nuevas formas de nacionalismos mayoritarios». Para estos casos, una recomendación importante del equipo del proyecto es contar con la juventud. Además de proporcionar recomendaciones para cada país del consorcio de CHIEF, el equipo del proyecto ha publicado recientemente un conjunto de recomendaciones políticas internacionales. En estas recomendaciones se sugiere que las políticas educativas deberían ampliar el alcance del aprendizaje cultural para presentar la cultura de diferentes maneras y vincularla con las experiencias cotidianas, la educación y el arte. Mientras tanto, las concepciones del patrimonio deben ir más allá de la inclusión y dirigirse hacia la infusión. En la UE, esto significa desarrollar conceptos de pertenencia europea más coherentes y cercanos, como la idea de Europa como fuente de identidad cultural que defiende valores liberales. Popov cree que estos valores deben vincularse a las referencias culturales más allá de Europa y dar protagonismo a los grupos silenciados y marginados de todo el mundo. Con todos estos datos extremadamente valiosos, no cabe duda de que CHIEF contribuirá a establecer una nueva visión de la alfabetización cultural en Europa y fuera de ella.

Palabras clave

CHIEF, alfabetización cultural, patrimonio cultural, minorías, nacionalismo, diversidad, colonialista, étnico, UE

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