El «índice del miedo» pone precio a la convulsión del mercado
El proyecto financiado por fondos europeos Disasters se propuso dar con un parámetro económico que ayude a entender la respuesta más probable de los mercados a eventos inesperados y repentinos, desde reducciones en los tipos de interés hasta atentados terroristas. Entre otras cosas, el proyecto proporcionó una forma de medir el rendimiento esperado en el mercado o prima de riesgo. Esta suma resulta difícil de medir y se considera que evoluciona con lentitud. Sin embargo Ian Martin, coordinador del proyecto, mantiene que esta opinión no se ajusta a la realidad. «Se comporta de una manera mucho más serrada de lo que cabía esperar —explica—. Se puede considerar un índice del miedo. Cuando las cosas van mal, es necesario ofrecer tasas de rendimiento extremadamente altas para que la gente participe o no abandone el mercado».
Creencias irracionales
Durante periodos de turbulencia económica, conocidos como eventos del cisne negro, los inversores retiran su dinero del mercado para invertirlo en mecanismos económicos más seguros. Martin confía en que el índice de volatilidad asociado (SVIX), una medida desarrollada por él y que refleja de forma rápida y precisa la prima de riesgo, invite a los inversores a mantener su dinero en el mercado pues mostrará cuánto se puede ganar. Todo ello reducirá el impacto de las crisis. «Mi método se aleja de la racionalidad extrema y admite la presencia de personas irracionales o con creencias extrañas —agrega Martin—. La pregunta entonces es: Como inversor racional rodeado de estas personas irracionales, ¿qué tipo de beneficio sería necesario anticipar para confiar en la inversión en la bolsa de valores?». El índice SVIX proporciona la respuesta.
Catástrofes de mayor calado
Las matemáticas subyacentes también sirven para investigar el impacto de las catástrofes más allá del mercado de valores. «Las herramientas matemáticas necesarias para estudiar los eventos extremos en el mercado de valores también son útiles para reflexionar sobre las reacciones políticas a las catástrofes en términos más generales», señala. La lección principal que revela este modelo, añade, es que las catástrofes no pueden abordarse con sensatez como eventos discretos aislados unos de otros. En un artículo sobre la investigación, Martin y su coautor, Robert S. Pindyck, analizan cómo la evaluación de costes y beneficios relacionada con la forma de evitar desastres deja de funcionar cuando se trabaja con múltiples posibilidades superpuestas. El trabajo realizado para el proyecto Disasters orientará a los responsables políticos sobre cuáles de estos eventos son los más importantes y por tanto deberán abordarse.
Eventos dramáticos
La investigación recibió el apoyo del Consejo Europeo de Investigación. «Este apoyo me ofreció margen para lograrlo; el tiempo es, con diferencia, lo más importante —dice Martin—. Me permitió trabajar con coautores en Copenhague, Bristol y Boston, y viajar para presentar este trabajo en China, la Unión Europea y los Estados Unidos». La técnica para medir las expectativas del mercado, según Martin, también puede utilizarse para observar la reacción del mercado a la información, en particular ante grandes conmociones. «Si adoptamos el enfoque convencional que se sirve de promedios históricos como un indicador de las expectativas prospectivas, los datos reaccionarán con lentitud a eventos dramáticos como la caída de Lehman Brothers, el choque de los aviones contra el World Trade Center o una pandemia —agrega—. Mi método ofrece una ventaja concreta en momentos como estos y, una vez medidas adecuadamente las expectativas de futuro, hay cientos de aplicaciones».
Palabras clave
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