Repensar el patrimonio cultural en un clima cambiante
¿Qué se considera patrimonio cultural en medio del aumento de las temperaturas globales? Más allá de los monumentos y sitios históricos, el proyecto financiado con fondos europeos LANDSCAPEforCHANGE(se abrirá en una nueva ventana) amplía este método y demuestra que el patrimonio es más que un activo vulnerable. «El patrimonio cultural es una construcción sociocultural y una fuente de resiliencia, ya que contribuye a muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas», afirma Manal Ginzarly, investigadora principal de LANDSCAPEforCHANGE. El proyecto, que se llevó a cabo con el apoyo de las acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana), adopta un método basado en el patrimonio vivo. Esta comprensión más amplia incluye las interacciones entre los seres humanos y el medio ambiente, las prácticas patrimoniales cotidianas, la memoria colectiva y la identidad local, entre otros elementos. La atención se centra en las prácticas, narrativas y emociones de múltiples partes interesadas y grupos comunitarios, considerando el patrimonio como una entidad viva que cambia con el tiempo y el espacio.
Desafiar la conservación convencional del patrimonio
A partir de estudios urbanos, paisajísticos, patrimoniales y ambientales, el equipo de LANDSCAPEforCHANGE aborda las lagunas y limitaciones de los métodos de conservación convencionales. «Las políticas actuales se basan a menudo en categorizaciones tradicionales del patrimonio, basadas en expertos, que limitan la capacidad de captar las narrativas multivocales del patrimonio, especialmente en relación con el cambio climático y el riesgo de catástrofes», explica Ginzarly. Según el investigador, existe una división persistente entre patrimonio formal e informal, así como entre patrimonio tangible e intangible. Los métodos lineales a menudo omiten el papel de las comunidades en la coproducción de conocimiento local basado en sus experiencias y percepciones. Siguen centrados en las representaciones físicas del patrimonio en vez de adoptar infraestructuras tecnoespaciales moldeadas por las tecnologías digitales. Como respuesta a estos desafíos, el proyecto desarrolló marcos conceptuales y metodológicos(se abrirá en una nueva ventana) que combinan datos geoespaciales e índices de vulnerabilidad con metadatos de redes sociales y análisis asistido por inteligencia artificial para apoyar la resiliencia del patrimonio cultural y las comunidades en medio del cambio climático.
Una herramienta basada en datos para ciudades resilientes al clima
El marco metodológico multidimensional(se abrirá en una nueva ventana) ofrece contribuciones prácticas a las ciudades y a los responsables de las políticas. Su diseño integral ayuda a identificar las zonas y comunidades más y menos desfavorecidas. «Esta herramienta de apoyo a la toma de decisiones permite a los investigadores y gestores del patrimonio señalar las zonas prioritarias y desarrollar estrategias de mitigación específicas para minimizar los efectos adversos del cambio climático», afirma Ginzarly. Un estudio de caso de LANDSCAPEforCHANGE se centró en las inundaciones que tuvieron lugar en Bélgica en 2021. El equipo analizó el contenido generado por los usuarios en las redes sociales identificando etiquetas y grupos, así como entrevistando a miembros de estas comunidades virtuales. Al mismo tiempo, cartografió y evaluó la vulnerabilidad y la exposición del patrimonio construido y natural ante las inundaciones a escala de cuenca hidrográfica, incorporando datos geográficos abiertos e indicadores de desigualdad socioeconómica. «Este análisis multidimensional demuestra que el cambio climático afecta no solo a los bienes materiales del patrimonio, sino también a los sistemas sociales, las prácticas cotidianas y las actividades económicas que dependen del entorno físico que los rodea», afirma Ginzarly. El fuerte papel de las redes sociales(se abrirá en una nueva ventana) durante la crisis y en la recuperación a corto plazo surgió como un dato inesperado. Los canales sociales fueron fundamentales para apoyar la movilización de base, las redes de voluntarios, la coordinación y la ayuda mutua, mejorando la resiliencia de la comunidad. «Las redes sociales pueden servir no solo como fuente de datos, sino también como herramienta transformadora que apoye la construcción conjunta de valores patrimoniales, facilite el compromiso público y permita a las comunidades movilizarse y coordinarse durante las emergencias», añade. En general, el equipo de LANDSCAPEforCHANGE proporciona un marco escalable, basado en datos y aportes de la comunidad, para apoyar una gestión del patrimonio inclusiva y resiliente al clima. Puede orientar futuras decisiones intersectoriales sobre el patrimonio cultural y el riesgo de desastres en diversos territorios europeos.