¿Cuál es la mejor estrategia para jugar a «Wordle»?
En muchos juegos de palabras, desde los crucigramas hasta «Wordle», se deben rellenar los huecos. Pero ¿es posible que algunos huecos sean más útiles que otros? La respuesta es que sí, según las explicaciones de Ana Ulicheva(se abrirá en una nueva ventana), psicolingüista en la Universidad Royal Holloway de Londres. Saber la primera letra facilita adivinar el resto, al menos en inglés, y este fenómeno depende de la pronunciación de una palabra y de cómo se almacena la información en ella. «La escritura sirve para codificar sonidos y significados, así que, cuando vemos palabras, las traducimos automáticamente», explica Ulicheva. Tomemos como ejemplo la palabra «brave» en inglés. Si solo tuviéramos la letra «b», habría un único modo de pronunciar esta palabra en inglés: con un sonido sordo como «bah». Sin embargo, si solo tuviéramos la «e» del final, esta letra en inglés podría pronunciarse de maneras distintas: como en «brave» o en «three».
Adivinar la palabra
Dicho vínculo entre la ortografía, el sonido y el significado de una palabra se ve reflejado en las palabras que recordamos. Las letras que son más fáciles de predecir tienen una mayor posibilidad de activar recuerdos intensos, o posibles soluciones, sobre el resto de la palabra. En realidad, realizamos este tipo de suposiciones todo el tiempo: cuando leemos, nuestro cerebro se queda en el principio de las palabras y rellena el resto en función de predicciones. Esto nos permite leer un texto en diagonal y entender su significado sin tener que fijarnos en cada letra. Cuando aparece una palabra complicada o desconocida, nuestro cerebro tiene que esforzarse un poco más. En inglés, como en español, se lee de izquierda a derecha, por lo que así se codifica la información. Se almacena más información al principio de una palabra y cada vez menos hacia el final, lo cual también resulta útil al adivinar palabras, ya que nuestra mente tiene más probabilidades de encontrar opciones cuando tenemos la primera letra de una palabra. La «e» es la letra final más frecuente en las palabras inglesas de cinco letras, en más del 20 % de ellas aparece en dicha posición, así que puede resultar menos útil de lo que se espera. Adivinar palabras en función de su parte central también es complicado, ya que a menudo es donde se encuentran las vocales. «En inglés, las vocales son muy problemáticas porque tienen muchas pronunciaciones diferentes», añade Ulicheva. También codifican menos información. Si se eliminan todas las vocales de una palabra, es probable que todavía se pueda «ntndr». Si solo se tiene un grupo de vocales, este proceso es mucho más «iíi» (es decir, difícil).
Una estrategia infalible para «Wordle»
Así pues, ¿cuál es la mejor estrategia para «Wordle»? «Si se tiene suerte, adivinar la primera letra o un par aporta mayor capacidad de predicción», señala Ulicheva. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo, tal y como admite. A través del proyecto PhonPred, financiado con fondos europeos, Ulicheva investigó de qué modo nuestro entorno determina nuestras capacidades lingüísticas. Empleó análisis informáticos en grandes conjuntos de datos a fin de desvelar «regularidades fonotácticas», es decir, patrones subyacentes que condicionan de qué manera los sonidos se combinan en las palabras. En inglés, el sonido /k/ y el sonido /n/ no pueden combinarse, como en la palabra «knife». Sin embargo, sí es posible en alemán. Mediante una serie de experimentos con palabras reales e inventadas, el equipo del proyecto PhonPred descubrió que las personas son muy astutas al detectar dichas regularidades en su entorno lingüístico y, lo cual realizan a diferentes niveles relacionando sonido, ortografía y significado. Las personas con una mayor experiencia lectora y un vocabulario más amplio disponen de un mejor conocimiento sobre tales regularidades subyacentes. «Una de las estrategias para jugar mejor a “Wordle” consiste en, simplemente, leer más», concluye Ulicheva. «Puede parecer evidente, pero es verdad». Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Ana Ulicheva: Atención a las pes y las cus: cómo influye el entorno lingüístico en la alfabetización