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Bio-based smart packaging for enhanced preservation of food quality.

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Los envases inteligentes de origen biológico abordan el desperdicio de alimentos

Los envases inteligentes y compostables de origen biológico para alimentos podrían ayudar a fabricantes, minoristas y consumidores a reducir significativamente su huella de carbono.

En Europa, cada año se desperdician cerca de 88 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale al 20 % de todos los alimento producidos. Este reto medioambiental se agrava por el hecho de que los envases de alimentos actuales a veces pueden ser difíciles de reciclar. «Los envases de alimentos tienden a ser ligeros y a estar compuestos por múltiples plásticos y aluminio», explica la coordinadora del proyecto BIOSMART, Amaya Igartua, de Tekniker (España). «Estas capas pueden ser difíciles de separar y reciclar como componentes individuales». Por ello, los envases de alimentos han sido identificados como una de las mayores fuentes de residuos en todo el mundo. Los estudios han calculado que un tercio de todo el plástico desechado, por ejemplo, acaba en el suelo o en el agua dulce. Otros materiales de envasado, como tintas y tintes, pueden acabar filtrándose en el medio ambiente.

Envases totalmente compostables

El proyecto BIOSMART se propuso abordar este reto desarrollando materiales de envasado de origen biológico para futuras aplicaciones alimentarias. El objetivo era desarrollar materiales que pudieran compostarse con facilidad y que tuvieran el mismo rendimiento, o mejor incluso, que los plásticos convencionales. El proyecto recibió financiación de la Empresa Común para las Bioindustrias, una asociación público-privada entre la Unión Europea y la industria. «Nuestro objetivo era desarrollar envases totalmente compostables con nanocompuestos, recubrimientos de barrera, superficies no pegajosas y sensores que pudieran comunicar con precisión la fecha de caducidad del producto», expone Igartua. «A continuación, este envase puede adaptarse a necesidades específicas de diversos segmentos del mercado». El equipo del proyecto comenzó por identificar polímeros de origen biológico adecuados para producir envases de múltiples materiales que uno esperaría encontrar en el estante de un supermercado como , por ejemplo, bolsas para queso, o bandejas de cartón/películas finas para jamón. A continuación, se realizaron análisis de viabilidad económica y del ciclo de vida para garantizar que todos los prototipos de envase fueran comercialmente viables. Estos objetivos se alcanzaron a través de la estrecha colaboración de tres universidades, tres institutos de investigación, tres pymes y dos grandes empresas. «También estuvo representada toda la cadena de valor del envasado de alimentos a través de la participación de un consejo asesor», señala Igartua. «Este incluyó a un fabricante de resinas, el dueño de una marca y un minorista».

Soluciones alimentarias inteligentes

Se desarrollaron con éxito varias innovaciones de envasado, lo que incluye un laminado de papel, una bandeja termosellada de origen biológico sellada con una película superior para envasado en atmósfera modificada (EAM), sustancias bioactivas y recubrimientos de barrera para conservar la frescura de los alimentos, y sensores inteligentes. Todos los materiales de origen biológico desarrollados por el proyecto pueden compostarse junto con cualquier residuo alimentario después de usarse, lo que podría conducir a una reducción significativa de los residuos. Por otro lado, los alimentos y los envases podrían transformarse en biogás para generar energía y calor. Los sensores que pueden detectar cambios en los niveles de oxígeno, aminas y dióxido de carbono son una innovación interesante. Aplicados a al EAM, podrían ayudar a los consumidores y los minoristas a estar seguros de si los alimentos de los envases se han deteriorado en vez de tener que confiar en la fecha que indica la etiqueta «consumir preferentemente antes de». «En el futuro, los minoristas e incluso los consumidores podrán supervisar la degradación de los alimentos con mayor precisión», añade Igartua. «Esto ayudará a reducir el desperdicio innecesario de alimentos». Ya se ha conseguido la aprobación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria para esta innovación. El equipo del proyecto ha desarrollado una herramienta de aplicación web para la industria, que ayudará a los fabricantes a seleccionar el material de origen biológico adecuado en función de su rendimiento y sus necesidades de envasado funcional. Los próximos pasos incluyen ampliar la capacidad de fabricación para comercializar estos envases de origen biológico. «Otro importante reto para el futuro es desarrollar recubrimientos de barrera de origen biológico resistentes a la humedad», concluye Igartua.

Palabras clave

BIOSMART, alimentos, envase, plástico, desperdicio, reciclaje, de origen biológico, compostable, nanocompuestos

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