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Origins of Alzheimer's disease across the life-course

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Un extenso estudio muestra la influencia del estilo de vida en la enfermedad de Alzheimer

La aparición de la enfermedad de Alzheimer suele ser sutil, lo cual dificulta su diagnóstico temprano. Al estudiar la capacidad de «reserva» del cerebro a lo largo de la vida, ORACLE se propuso ampliar las oportunidades para prevenir esta afección.

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Se calcula que aproximadamente 55 millones de personas en el mundo sufren la enfermedad de Alzheimer (EA), causante de entre el 60 y el 70 % de los casos de demencia. Un indicador temprano es la pérdida de memoria a corto plazo, seguido por problemas de planificación, lenguaje, conducta y funciones corporales. «Al contrario que en otras enfermedades, como los accidentes cerebrovasculares, su aparición es insidiosa y sus síntomas se solapan con los propios del envejecimiento. Todo lo que sabemos es que probablemente surge al menos cinco años antes de su diagnóstico», observa Arfan Ikram, coordinador del proyecto ORACLE, financiado con fondos europeos. El enfoque de ORACLE consistió en buscar indicios de la EA remontándose hasta el nacimiento de las personas. Además de investigar la variación genética y de utilizar imágenes del cerebro, el proyecto estudió no solo la función sino también la cognición. «Separar la cognición de la función motora es artificial, ambas se basan en las mismas redes neuronales», añade Ikram, de la entidad anfitriona del proyecto, el Centro Médico de la Universidad Erasmus. El equipo de ORACLE también valoró la hipótesis de que la «capacidad cerebral de reserva» desarrollada en los primeros años de vida protege contra la EA.

Retroceder en el tiempo

Las señales aceptadas de la EA son: unas proteínas adherentes, llamadas amiloide, que se acumulan en el cerebro; la reducción del tamaño o la atrofia del cerebro; y daños cerebrales vasculares, como microhemorragias o lesiones en la sustancia blanca. «Pero todavía no existe una correlación clara entre lo que se ve en el cerebro y en la persona. Hay individuos con una gran cantidad de amiloide que no sufren pérdida de memoria», explica Ikram. Para investigar datos del período de la vida más amplio posible, el equipo de ORACLE trabajó con un total de 40 829 personas divididas en 3 grupos: niños del Estudio Generación R (desde fetos hasta los 18 años); padres de los niños del Estudio Generación R (18–45 años); y los participantes en el Estudio Rotterdam (a partir de 45 años). «Llevamos a cabo la combinación habitual de pruebas cognitivas y de obtención de imágenes del cerebro, pero nuestra innovación fue verificar la función motora», comenta Ikram. El equipo adaptó una pasarela electrónica de seis metros con miles de sensores para comprobar la marcha de los sujetos. Por primera vez, descubrieron una correlación entre variaciones minúsculas en la marcha de personas más jóvenes (desde los treinta y seis años) y la degeneración cognitiva, tal como demostraron las imágenes del cerebro. El equipo también replicó las asociaciones de la EA en personas mayores y sujetos más jóvenes. La hipertensión, por ejemplo, esta correlacionada con una cognición reducida y de hecho se observó una correlación entre una tensión arterial elevada y una cognición reducida en niños. «Esto no quiere decir que vayan a desarrollar la EA, pero demuestra que los vasos sanguíneos desempeñan un papel esencial desde los primeros años de vida», señala Ikram.

Capacidad de reserva

Para explorar la influencia de la genética, el equipo de ORACLE utilizó la teoría de la «reserva cerebral», según la cual los cerebros de mayor tamaño, con más neuronas, afrontan inherentemente mejor los daños. Aunque los genes podrían delimitar la reserva cerebral de una persona, no es un determinismo biológico sencillo. «Hay personas con la misma cantidad de neuronas y daño cerebral que pacientes con EA que, en ocasiones, no presentan la afección. La protección no solo se adquiere gracias a un mayor tamaño del cerebro, sino también utilizando el cerebro de forma diferente y creando así "reserva cognitiva"», explica Ikram. Esto podría explicar por qué los tratamientos para la EA centrados en eliminar el amiloide han cosechado resultados muy decepcionantes; Ikram confía en mejorar las perspectivas con consejos de salud que aumenten la reserva cognitiva y cardiovascular. «Hasta un tercio de los casos de EA podrían prevenirse modificando el estilo de vida. "Lo que es bueno para el corazón, lo es para el cerebro" y, además, si ponemos a prueba nuestro cerebro, por ejemplo aprendiendo un nuevo idioma, aumentamos nuestra reserva cognitiva», afirma Ikram. La información obtenida por ORACLE podría contribuir a identificar a personas con riesgo de desarrollar la EA y facilitar la elaboración de estrategias de prevención específicas. «No deberíamos pensar en la EA como una afección senil; las elecciones tomadas en las primeras etapas de la vida afectan a lo que ocurre después», concluye Ikram.

Palabras clave

ORACLE, enfermedad de Alzheimer, demencia, cerebro, cognitivo, marcha, amiloide, vascular, neuronal, genético, vida

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