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A diagnostic test to improve surveillance and care of COVID-19 patients

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Una prueba de diagnóstico cardiovascular podría ayudar a los pacientes con COVID-19 prolongada

Los estudios iniciados durante la pandemia de COVID-19 para predecir la gravedad de la enfermedad e identificar a los pacientes con alto riesgo de sufrir problemas poscovídicos han dado lugar a una posible herramienta de diagnóstico para rastrear los efectos cardiovasculares en caso de COVID prolongada.

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Al principio de la pandemia de COVID-19, se ignoraba que muchas de las personas convalecientes de una infección inicial podrían desarrollar trastornos de salud a largo plazo, incluidos problemas cardiovasculares y neurológicos en algunos casos. «Utilizamos nuestros conocimientos previos sobre el ARN en enfermedades cardiovasculares para intentar entender mejor por qué algunos pacientes desarrollan problemas cardiovasculares poscovídicos», explica el coordinador del proyecto COVIRNA, Yvan Devaux, jefe de la Unidad de Investigación Cardiovascular del Departamento de Medicina de Precisión del Instituto de Salud de Luxemburgo.

Convocatoria urgente

Cuando la Comisión Europea lanzó una convocatoria urgente de proyectos acelerados en relación con la COVID-19 en marzo de 2020 —es decir, durante los primeros meses de la pandemia—, «pusimos en marcha el proyecto COVIRNA con el propósito de crear una prueba de diagnóstico molecular capaz de identificar a los pacientes susceptibles de desarrollar problemas cardiovasculares», explica Devaux. «En aquel momento, aún no éramos expertos en la COVID, pero sí teníamos conocimientos sobre ARN y cardiología que podían aplicarse al diseño de métodos novedosos para predecir la gravedad de esta enfermedad». Muchos socios del consorcio COVIRNA, formado por quince instituciones de doce países europeos, ya habían trabajado juntos en el marco de la red www.cardiorna.eu (EU-CardioRNA), financiada con fondos europeos en el marco del programa de www.cost.eu (Cooperación Europea en Ciencia y Tecnología) (COST, por sus siglas en inglés). «Descubrimos que, al medir las moléculas de ARN en la sangre, podemos predecir si el paciente desarrollará problemas graves o incluso si morirá a largo plazo», apunta Devaux.

Moléculas de ARN candidatas para predecir la gravedad de la COVID-19

«Arrancamos nuestro estudio con un grupo de 3000 moléculas de ARN previamente identificadas por los socios del consorcio y relacionadas con distintos problemas cardiovasculares. A continuación, accedimos a muestras de sangre procedentes de cohortes de pacientes vinculadas al estudio de la COVID-19: de ellas, unas 2000 correspondían a pacientes con COVID-19 y, otras 500, a donantes sin COVID-19». En el momento álgido de la pandemia, el principal desafío era el tiempo. «Atravesábamos una situación de emergencia, por lo que obtener la autorización para emplear las muestras de pacientes diagnosticados con COVID-19 utilizadas en otras iniciativas de investigación llevó algún tiempo y retrasó todo el proyecto», aclara Devaux. No obstante, junto con los datos demográficos y clínicos de los pacientes, el proyecto identificó moléculas de ARN con una gran capacidad de predecir la gravedad de la enfermedad y la mortalidad. Estos datos se utilizaron para crear modelos predictivos basados en la inteligencia artificial (IA) con el fin de integrarlos en una prueba diagnóstica, el principal objetivo del proyecto. «Encontramos un marcador, una molécula de ARN, que, junto con algunos datos clínicos como la edad o el sexo de los pacientes, permite predecir si un paciente morirá en seis meses debido a una infección con una precisión de alrededor del 80 %. Desde el punto de vista clínico, este hallazgo reviste un gran valor», asegura Devaux.

Clave en casos de «COVID prolongada»

Aunque la pandemia ya ha finalizado, Devaux destaca que: «Las unidades de urgencias siguen desbordadas de pacientes con distintos tipos de síntomas asociados a la COVID prolongada. Al menos una quinta parte de ellos padecen problemas cardiovasculares». Los comentarios de los pacientes sobre el proyecto COVIRNA convencieron a Devaux de que la COVID prolongada constituye, en realidad, una enfermedad nueva de lo más problemática. «Esto supone una dificultad notable, pues implica que los pacientes pueden desarrollar una amplia variedad de síntomas, no solo fatiga, sino también trastornos vasculares o neurológicos, ansiedad, síntomas psicóticos, gástricos y de todo tipo». Por este motivo reviste tanto valor el trabajo realizado durante la pandemia y los hallazgos obtenidos en el proyecto COVIRNA para el tratamiento de la COVID prolongada. «Aún estamos ultimando algunas comprobaciones antes de desarrollar un kit de diagnóstico molecular», concluye Devaux. «Esperamos que la nueva prueba ayude a personalizar la asistencia sanitaria y a mejorar los resultados en el tratamiento de la COVID-19, sobre todo con respecto a aquellos pacientes que desarrollan un síndrome poscovídico».

Palabras clave

COVIRNA, COVID-19, COVID prolongada, enfermedad cardiovascular, mortalidad, ARN, herramienta de diagnóstico

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