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Por qué la desconfianza sana es un componente esencial de la democracia

Los investigadores del proyecto TiGRE, financiado con fondos europeos, estudiaron cómo los ciudadanos y los responsables políticos pueden reparar y alimentar la confianza hacia los organismos de regulación y gobernanza, una tarea esencial para construir una relación sana entre el electorado y el Estado.

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A medida que la infraestructura tecnológica se integra cada vez más en la vida de los ciudadanos —incluidas la banca, la sanidad y los datos personales—, también aumenta la necesidad de que los ciudadanos confíen en las empresas privadas y en los regímenes que las regulan. Sin embargo, esta confianza, vital para el apoyo a la gobernanza democrática, se ha visto sacudida por crisis financieras, incidentes de seguridad alimentaria, escándalos de filtración de datos y amenazas a la privacidad por parte de empresas como Meta, Google y Zoom.

Observación de la confianza en la sociedad

Para investigar la respuesta de los ciudadanos a estos fallos, el equipo del proyecto TiGRE examinó las condiciones de confianza en relación con los regímenes reguladores. El objetivo del proyecto era comprender la dinámica, los motores y los efectos políticos y socioeconómicos de la confianza. «Constatamos que los ciudadanos tienden a percibir los organismos reguladores como bastante dignos de confianza —afirma Martino Maggetti, profesor titular del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Lausana y coordinador del proyecto TiGRE. Del mismo modo, la confianza entre las “personas con información privilegiada” en el régimen sigue siendo, por término medio, bastante alta en todos los sectores políticos y países». El equipo de TiGRE siguió dos líneas de investigación. En una de ellas se analizaba la confianza hacia los organismos reguladores por parte de quienes no pertenecen al régimen, como los ciudadanos y los medios de comunicación. En la segunda se analizaban las relaciones de confianza entre las personas con información privilegiada: legisladores, reguladores, órganos ejecutivos, órganos jurisdiccionales, intermediarios reguladores, organizaciones reguladas y grupos de interés. «En TiGRE, sostenemos que ser conscientes de estas relaciones de confianza, menos visibles, en las que intervienen distintos agentes es un requisito previo para mejorar la gobernanza reguladora y desarrollar un diseño político adecuado», explica Maggetti. El equipo empleó diversos métodos para generar un conocimiento exhaustivo de estas relaciones, como encuestas a gran escala, entrevistas, experimentos, análisis de redes sociales, grupos de discusión y análisis de contenidos de los medios de comunicación. Se ha realizado un estudio comparativo entre nueve países de la Unión Europea y terceros países (Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Israel, Noruega, Países Bajos, Polonia y Suiza) en una serie de sectores políticos, como la protección de datos, las finanzas y la seguridad alimentaria. Esto permitió al equipo detectar similitudes y diferencias en las relaciones de confianza de todo el grupo.

Lograr un equilibrio de confianza

Se observaron niveles relativamente altos de confianza hacia los regímenes reguladores y dentro de ellos. Esto es digno de mención, dice Maggetti, aunque añade que maximizar la confianza no siempre es deseable. La coexistencia de confianza y desconfianza, y en concreto la actitud de «confiar, pero verificar», incentiva a los agentes reguladores a actuar de forma correcta. «Sostenemos que el equilibrio entre la confianza y una vigilancia razonable ayuda a mantener regímenes reguladores estables y eficaces», señala Maggetti. La confianza ciega podría ser perjudicial y conducir a la «captura del regulador», una teoría que sugiere que los organismos reguladores pueden acabar dando prioridad a sus propios objetivos antes que al interés público. Un nivel saludable de desconfianza, o vigilancia, combinado con una confianza elevada puede persuadir a los reguladores a ser más reflexivos. «No obstante, se trata de un acto de equilibrio, ya que una desconfianza demasiado elevada puede conducir a la erosión de la legitimidad del régimen regulador», explica Maggetti.

Apoyo a la confianza en la democracia

El análisis de TiGRE sugiere que, ante crisis que suscitan desconfianza entre ciudadanos y usuarios, los reguladores pueden elegir estrategias adecuadas para mantener o mejorar la confianza en los regímenes reguladores y la gobernanza democrática. El equipo recomienda una revisión y posibles mejoras del diseño institucional de los regímenes reguladores en relación con cuatro grandes cualidades democráticas: la participación, la inclusividad, la responsabilidad y, especialmente, la transparencia. «En lugar de permanecer en silencio o echar la culpa a otros, una estrategia de recuperación de la confianza es más eficaz cuando los organismos responden a las críticas por sus fallos reguladores —afirma Maggetti—. Admitiendo el problema, explicando sus causas, disculpándose por su responsabilidad y prometiendo aprender de sus errores», se puede recuperar la confianza.

Palabras clave

TiGRE, democracia, confianza, regulación, organismos, crisis, escándalos, privacidad, régimen

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