El precio humano pagado por la moda de lujo se remonta a hace más de un siglo
El moderno mercado globalizado de la moda rápida está sometido desde hace tiempo a presiones para eliminar las condiciones de talleres de trabajo esclavo. Las malas condiciones de los trabajadores han persistido incluso cuando la globalización de la moda ha permitido la expansión internacional de conocidas marcas europeas, así como la aparición de nuevos centros de producción y diseño de moda desde los años noventa del siglo pasado, como en Shanghái (China). Sin embargo, un examen histórico de los trabajadores y la tecnología en la industria de la moda en la Francia de finales del siglo XIX demuestra que estas tendencias reproducen un modelo industrial. En el pasado, la rápida expansión descualificó la mano de obra —principalmente femenina— a través de la tecnología, con el fin de responder al constante crecimiento de la demanda de prendas de vestir a menor coste. «Utilizamos la historia como prisma para entender lo que está pasando, a veces para ver que algunas cosas han cambiado, pero también que otras no cambian mucho», afirma la coordinadora del proyecto MISS(se abrirá en una nueva ventana), Véronique Pouillard, profesora de Historia Internacional Moderna en el Departamento de Arqueología, Conservación e Historia(se abrirá en una nueva ventana) de la Universidad de Oslo. Por ejemplo, señala que la industria de la confección de Zhejiang, provincia china cercana a Shanghái, ha modelado abiertamente el desarrollo de sus marcas globales siguiendo el modelo de París en el siglo XIX, cuando surgieron las marcas de lujo en Francia.
Comprender los cambios a lo largo de la historia
«El proyecto MISS está orientado no solo a recuperar datos antiguos, sino también a intentar comprender los cambios sociales recopilando datos históricos sobre producción y consumo», explica Pouillard. El análisis de los registros históricos de la producción mecanizada en la industria de la moda francesa en los años noventa del siglo XIX, realizado por la historiadora de la moda Audrey Millet, becaria posdoctoral en el departamento de Pouillard, con el apoyo de las acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana), descubrió que el aumento de la productividad durante ese período no se debió necesariamente a innovaciones técnicas como las máquinas de coser. Más bien fueron las condiciones esclavistas de los talleres y las políticas agresivas de precios las que condujeron a una reducción de los costes de producción.
Las marcas de lujo pagan un precio humano
El equipo del proyecto compara esta situación con las marcas de ropa actuales que se dedican a producir prendas hiperbaratas. «Hay problemas con los derechos humanos porque la ropa se produce muy barata», señala Pouillard, vinculando este hecho con otro proyecto financiado con fondos europeos que ella dirige: Creative IPR: The history of intellectual property rights in creative industries. «Nos fijamos en las marcas nacionales. Cuando se indica “fabricado en Francia”, se piensa en París y en el prestigio que ello conlleva. Sin embargo, eso no evalúa las condiciones de producción. No nos dice cómo se fabrican realmente los objetos», explica señalando su investigación publicada conjuntamente(se abrirá en una nueva ventana). «La historia demuestra que los retos son recurrentes. Eso significa que tenemos que insistir en hacer cumplir las normas», afirma Pouillard, y añade: «Es importante contar con marcos [normativos] sólidos y mantener los derechos humanos en el centro de las condiciones de producción».
Producción de la diáspora en Europa
Al no poder realizar el trabajo de campo en Shanghái debido a la pandemia de COVID-19, el proyecto se centró en la diáspora china menos conocida en Europa. «Aunque las industrias de lujo son un símbolo de Francia, siempre ha existido una apertura a las redes internacionales y a los inmigrantes», señala Pouillard, que destaca que la industria dirigida por la diáspora se caracteriza por pequeñas y medianas empresas que producen prendas exclusivas para mujeres en cantidades muy pequeñas. «Las diásporas producen ropa en Europa que puede llevar la etiqueta “fabricado en Europa”, pero pueden no aplicarse rigurosamente las condiciones de producción de acuerdo con la ley», señala. Puede haber efectos negativos para los trabajadores «si no hay transparencia ni seguimiento, como inspectores que puedan ir a la fábrica y comprobar las condiciones laborales». Bajo la presión de varios grupos, algunas marcas de ropa del mercado medio en Europa ahora proporcionan registros completos sobre su producción, incluso en China. Por ejemplo, explican dónde están los talleres y otros detalles, «de modo que es posible que un consumidor compruebe dónde y cómo se ha producido un artículo», afirma Pouillard, que añade que esto es alentador y fomentará unas condiciones de producción más sostenibles.