Proteger el patrimonio cultural y natural subacuático del Atlántico
Cuando se mira un mapa, Europa, África y el continente americano están bien separados geográficamente. Pero hay algo que une todos estos lugares distantes: el océano Atlántico. «Aunque los países y las personas son diferentes, todos compartimos una conexión cultural a través del océano», afirma João Paulo Oliveira e Costa, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de NOVA y presidente del Patrimonio Cultural del Océano de UNESCO. Como resultado de esta conexión acuática, los países ribereños del Atlántico comparten una historia única repleta de patrimonio cultural, un patrimonio que se ve amenazado por el cambio climático, la falta de concienciación y unas normativas a menudo débiles. Consciente de que ningún país puede proteger por sí solo este patrimonio cultural compartido, el equipo del proyecto CONCHA, financiado con fondos europeos, decidió crear una red para llevar a cabo esta tarea. «Nuestro objetivo era desarrollar conexiones a largo plazo entre una serie de agentes mundiales y gobiernos de tres continentes para intercambiar diferentes perspectivas e ideas sobre la protección de nuestro patrimonio cultural común», añade Oliveira e Costa, que encabezó el proyecto. En el proyecto, que contó con el apoyo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie, participaron universidades, instituciones de investigación y otras partes interesadas de Brasil, Cabo Verde, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Portugal y Santo Tomé y Príncipe.
Facilitar los intercambios internacionales sobre la protección del patrimonio subacuático
El proyecto CONCHA se centraba en el intercambio cultural: investigadores de cada país visitaban otros para intercambiar conocimientos sobre la protección del patrimonio cultural. A pesar de varios contratiempos, como la pandemia de COVID-19, que obligó a que estos intercambios pasaran a ser virtuales, siguieron siendo un éxito rotundo, que se tradujo en varios logros importantes. «Trabajando con nuestros colegas de Cabo Verde, sentamos las bases para cartografiar los sitios del patrimonio subacuático del país, lo que desempeñó un papel fundamental para que el país ratificara la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático 2001 », explica Oliveira e Costa. La labor del equipo del proyecto en Cabo Verde también proporcionó a las autoridades locales la formación necesaria para proteger el patrimonio subacuático. Gracias a ello, el país pudo controlar más eficazmente los yacimientos arqueológicos subacuáticos e, incluso durante un tiempo, interceptar a los buceadores no autorizados, lo que pudo evitar la pérdida y destrucción de varios yacimientos importantes del patrimonio cultural. El equipo del proyecto también ayudó a restaurar una iglesia del siglo XV en Cabo Verde, probablemente la más antigua del país.
Crear una conexión emocional con el océano
La red de CONCHA centró además sus esfuerzos en la educación y formación de jóvenes académicos y estudiantes universitarios. Además, en Santo Tomé y Príncipe, los investigadores trabajaron con ONG y autoridades locales para ayudarles a comprender mejor la importancia de proteger y conservar el patrimonio cultural y natural subacuático. Los investigadores del proyecto también han participado en una amplia gama de eventos internacionales, entre ellos la Reunión Preparatoria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos 2020, en la que Oliveira e Costa debatió sobre la protección del patrimonio cultural de los océanos. «Al dar a conocer el patrimonio cultural y natural subacuático, ayudamos a fomentar una conexión emocional con el océano», señala Oliveira e Costa. El variado consorcio de miembros del proyecto ha aprovechado su participación en el mismo para poner en marcha una plétora de proyectos e iniciativas afines, lo que garantiza que el impacto del proyecto CONCHA continuará en el futuro.
Palabras clave
CONCHA, submarino, patrimonio cultural, patrimonio natural, océano Atlántico, intercambios culturales
