Energía renovable para mejorar la atención sanitaria en África
Alrededor de una cuarta parte de los centros de salud del África subsahariana funcionan sin electricidad y solo el 28 % declaran disponer de energía fiable. Esta realidad repercute directamente en la calidad de la atención en más de ciento veinte mil centros de salud públicos, incluidos unos veintidós mil hospitales y noventa y ocho mil unidades de atención sanitaria. Sin energía fiable ni agua limpia, los servicios médicos básicos y la calidad de la atención, desde el almacenamiento de vacunas hasta la esterilización quirúrgica y la salubridad, siguen comprometidos.
Energía solar a medida para hospitales en zonas remotas
El equipo del proyecto SophiA(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos, se propuso cambiar esta realidad aportando soluciones de energía limpia, refrigeración y agua adaptadas específicamente a entornos sanitarios africanos remotos en Burkina Faso, Camerún, Malawi y Uganda. El consorcio ha desarrollado sistemas modulares alimentados íntegramente por energía solar. Cada sistema provee refrigeración, purificación de agua y generación de vapor mediante una combinación de tecnología fotovoltaica y termosolar. El sistema de SophiA ofrece temperaturas estables esenciales para conservar el plasma sanguíneo, las vacunas y otros suministros sensibles a la temperatura. Como complemento, con un módulo de purificación de agua se proporciona agua potable segura y libre de patógenos, así como agua desionizada y caliente para uso médico. Para garantizar un funcionamiento fiable y la eficiencia energética incluso cuando la luz solar es intermitente, el equipo ha desarrollado un sistema de almacenamiento térmico a baja temperatura basado en hielo y una unidad innovadora de almacenamiento de energía a alta temperatura. Además, en el proyecto se ha introducido el PVmedPort, una unidad autónoma alimentada por energía solar diseñada para campañas móviles de vacunación y educación más allá de los muros de los hospitales. Incluye bancos a la sombra, refrigeración por energía solar y puede funcionar como un puesto de atención totalmente autónomo. «Y lo que es más importante, los sistemas generados en SophiA se han diseñado para integrarse perfectamente en la infraestructura existente, lo que elimina la necesidad de realizar grandes cambios estructurales en los edificios del hospital», explica Michael Kauffeld, coordinador del proyecto.
Colaboración intercontinental
En SophiA se reunió a ingenieros, científicos, investigadores sociales y responsables de salud pública de Europa y África. Los socios africanos, como Everflo(se abrirá en una nueva ventana) en Sudáfrica y las instituciones académicas 2iE(se abrirá en una nueva ventana) en Burkina Faso y la Universidad de Makerere(se abrirá en una nueva ventana) en Uganda, desempeñaron papeles destacados en la fabricación, la formación local y la aceptación social. Los socios europeos aportaron conocimientos técnicos complementarios, coordinación de proyectos y desarrollo de las capacidades. La asociación lograda ha demostrado ser mutuamente enriquecedora y muy eficaz a la hora de traducir la innovación en impacto. Uno de los mayores retos del proyecto fueron los obstáculos logísticos, como sortear las normativas aduaneras complejas de los cuatro países africanos y abordar las interrupciones de la cadena de suministro mundial debidas a las tensiones geopolíticas. No obstante, el equipo superó estos obstáculos con determinación. Kauffeld reflexiona: «Construir los sistemas no era ciencia espacial, pero hacerlo realidad en cuatro países africanos fue un viaje increíble. La verdadera recompensa viene del impacto del trabajo: el personal y los pacientes disfrutan del funcionamiento seguro de las clínicas rurales».
Impacto duradero y perspectivas de futuro
A medida que el proyecto entra en su fase final, se van completando las instalaciones en Malawi y Uganda y continúa la recogida de datos. De cara al futuro, el consorcio está trabajando para conseguir financiación o crear una Fundación SophiA para ampliar las instalaciones por todo el continente. En última instancia, en el proyecto se ofrece un modelo convincente de cómo puede aprovecharse la energía limpia para reforzar la infraestructura sanitaria, mejorar vidas y contribuir a los objetivos mundiales de desarrollo.