Descifrar el rompecabezas de la evolución musical
¿Está el ser humano predispuesto por naturaleza a percibir la música? ¿O se aprenden ciertos elementos de la música, como la melodía? Estas eran algunas de las cuestiones que se propuso abordar el equipo del proyecto PHYLOMUSIC, financiado con fondos europeos. «Queríamos descubrir de dónde viene nuestra capacidad para entender la música, desde la evolución hasta los primeros estadios del desarrollo humano», explica la investigadora del proyecto PHYLOMUSIC Roberta Bianco(se abrirá en una nueva ventana), ahora catedrática de la Universidad de Pisa(se abrirá en una nueva ventana) en Italia. «Nuestra hipótesis era que si las capacidades musicales están ahí desde el principio, los cerebros de los recién nacidos deberían responder de forma similar a los de los adultos».
Análisis de las señales cerebrales y neurociencia auditiva
El equipo del proyecto, que contó con el apoyo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana), se propuso investigar cómo se desarrolla la capacidad musical. «Aunque se ha investigado mucho sobre el ritmo en las distintas especies, no se ha hecho tanto sobre la capacidad melódica», dice Bianco. «Por no hablar de la melodía y el ritmo juntos. Este era nuestro objetivo». Para ello, en el proyecto se combinaron la electroencefalografía, el análisis de señales cerebrales de última generación y la neurociencia auditiva computacional. En la práctica, se trataba de tocar Bach y registrar la actividad cerebral resultante en humanos adultos, recién nacidos y macacos. Este método no invasivo permitió al equipo comparar el funcionamiento del cerebro del recién nacido con el del adulto, así como con el de un primate no humano. «De este modo, pudimos averiguar si algunas predisposiciones están presentes al nacer y si se conservan filogenéticamente», añade el coordinador del proyecto, Giacomo Novembre, del Instituto Italiano de Tecnología(se abrirá en una nueva ventana).
Cómo codifican el ritmo los recién nacidos
El proyecto aportó conocimientos nuevos fascinantes. Por ejemplo, mientras que los adultos humanos siguen y anticipan tanto el ritmo como la melodía, los macacos y los recién nacidos humanos parecen ser sensibles solo al ritmo, pero no a la melodía. «¿Significa que los recién nacidos y los monos codifican el ritmo de la misma manera?», se pregunta Bianco. «No necesariamente. Este es un aspecto que estamos investigando actualmente, y es necesario seguir trabajando para comprender las posibles similitudes o diferencias». Lo que sí sugieren estos hallazgos es que la predicción del ritmo es algo compartido hasta cierto punto con otros primates y que está presente desde el nacimiento. «Esto podría deberse a que los bebés en el útero están expuestos a ritmos (la madre, los latidos del corazón, caminar, etc.), mientras que la melodía tiende a filtrarse», señala Bianco. «La ausencia de seguimiento melódico en monos y recién nacidos también sugiere que la exposición a las señales de comunicación, como el habla y la música, es fundamental».
Habilidades rítmicas y estructura melódica
Con esta investigación se aporta una pieza que faltaba en el viejo rompecabezas de la evolución musical. «Es probable que el ritmo refleje una antigua y profunda función auditiva compartida por todos los primates», afirma Novembre. «La melodía, en cambio, parece vinculada a una especialización neuronal humana y al aprendizaje postnatal. Puede que la música tenga una complejidad exclusivamente humana, pero sus raíces son más antiguas que nosotros». Estos hallazgos ayudan a explicar por qué las capacidades rítmicas están muy extendidas entre las especies, mientras que las melódicas siguen siendo un logro de los humanos (así como de un puñado de especies con capacidades avanzadas de aprendizaje vocal, como las aves). También pueden arrojar luz sobre por qué la variabilidad cultural es mayor en la estructura melódica que en el ritmo, ya que este puede estar restringido por límites biológicos fundamentales. El trabajo ha abierto nuevas posibilidades de investigación, que tanto Bianco como Novembre desean explorar. «Una vía sería hacer un seguimiento de los recién nacidos desde el nacimiento hasta los doce meses aproximadamente», añade Novembre. «Este tipo de estudio longitudinal nos permitiría identificar en qué momento del desarrollo empezamos a dar sentido a la estructura melódica».