Modificaciones antiincrustantes en sensores oceánicos
El océano no es un lugar acogedor para los equipos de control. Además de la sal y de las temperaturas y presiones extremas, la incrustación biológica, la acumulación de microorganismos en el equipo de muestreo, también representa un problema. Cuanto más tiempo esté sumergido el equipo, mayor será el riesgo. Sin embargo, a largo plazo (por ejemplo, anualmente) se necesitan cada vez más series de datos para su uso en estudios sobre el cambio climático. Teniendo esto en mente, Chelsea Instruments Ltd (CI) examinó distintas técnicas antiincrustantes durante el proyecto BRIMOM. Se centraron en instrumentación óptica y de membrana, cuya precisión puede verse seriamente limitada por la incrustación biológica. En concreto, se trataron los instrumentos utilizados para medir la transmisividad del océano, la fluorescencia y los niveles de pH y oxígeno disuelto. CI consideró tanto las modificaciones de los diseños de los instrumentos existentes como la creación de nuevos diseños. Las alteraciones incluían la conversión de ventanas empotradas en versiones en montaje superficial. Asimismo, se mejoraron las levas y los cepillos para ayudar a mantener alejadas a las algas y otras acumulaciones. Por último, se investigaron métodos químicos, como revestimientos especiales, hidrogeles y cloración. Con respecto a los nuevos diseños, los ingenieros británicos de CI destacaron la importancia de implicar a los usuarios finales, es decir, los oceanógrafos, en la fase de diseño. Esto ayuda a garantizar el equilibrio adecuado entre las características antiincrustantes, el coste del instrumento, la mantenibilidad, la facilidad de uso, etc. Su implicación también incrementa las posibilidades de recuperar los costes de desarrollo en el momento en que los productos encuentran un mercado receptivo.