El biosensor olfativo más pequeño posible
La química elemental define lo pequeño que puede ser un biosensor. El último avance en el campo de la miniaturización es el sensor de una sola biomolécula. Los socios del proyecto SPOT-NOSED han utilizado las propiedades eléctricas de los receptores olfativos de una sola molécula para fabricar un nanosensor. Se ha desarrollado una malla de sensores para lograr más sensibilidad y precisión. El receptor de una sola molécula se encuentra en el núcleo de este sensor. Los socios del proyecto SPOT-NOSED eligieron receptores olfativos de los que se conocía al menos un ligando. Los receptores identifican los olores de forma electroquímica uniéndose a un ligando volátil y enviando la señal correspondiente. Resultó un reto fabricar nanoelectrodos que pudiesen albergar el receptor y transmitir la señal resultante al operador. Se ha creado un microtransductor con la celda microelectróquímica resultante que detecta los cambios en las propiedades eléctricas del receptor cuando percibe un olor. También se desarrolló una monocapa estable de nanosomas que contenía los receptores. Hicieron falta dos pasos más para fabricar el sensor completo. En primer lugar, un circuito electrónico amplificador de señal y, después, una interfaz para la adquisición y procesamiento de los datos finales. Asimismo, los socios del proyecto SPOT-NOSED han desarrollado el software necesario para controlar la instrumentación para las mediciones electroquímicas. Un biosensor dotado de este nivel de sensibilidad puede detectar cambios a escala nanométrica. El sensor olfativo resultante es un buen ejemplo de lo fructífera que puede ser la colaboración entre distintos campos científicos y un activo valioso que pronto será aprovechado en toda su magnitud.