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Artículos del CEI — ¿Hay cambios en las rupturas familiares?

Vivimos tiempos de pesimismo, pero para el profesor Gøsta Esping-Andersen, investigador financiado por el Consejo Europeo de Investigación (CEI), hay motivos para ser optimistas. Mientras que muchos han observado ciertas tendencias sociales negativas y pronosticado que los cambios que se han producido en el papel de la mujer suponen la desaparición de la estabilidad familiar, el profesor ve indicios de que hay luz al final del túnel, una perspectiva prometedora para el Día Internacional de la Familia que la Organización de las Naciones Unidas celebra cada 15 de mayo.

Cambio climático y medio ambiente icon Cambio climático y medio ambiente

La mayoría de nosotros hemos oído o leído en los medios de comunicación sobre el descenso de la fertilidad o sobre el aumento del número de divorcios y de las familias monoparentales. Está claro que el impacto potencial que la inestabilidad familiar tiene sobre la vida de los niños hace que la comprensión de estos fenómenos sea una tarea crucial. Según el profesor Esping-Andersen, beneficiario de una subvención avanzada (Advanced Grant) concedida por el CEI en 2010, muchas de las investigaciones que se llevan a cabo sobre demografía ven estas tendencias como el producto del aumento de la elección individual y la realización personal, acompañado de un descenso de la adhesión a conceptos y pautas sociales compartidas de forma generalizada (lo que algunos llaman el modelo «posmoderno»). «Soy escéptico», comenta. «El error está en ver el aumento del número de divorcios y el descenso de la fertilidad como un fenómeno continuo. Sostengo que son factores no lineales; sólo son síntomas de una fase transitoria de los modelos de familia tradicional a nuevos modelos cuya premisa es, de manera cada vez más generalizada, un reparto igualitario y simétrico de las funciones del hombre y la mujer.» Puntos de inflexión Para el profesor Esping-Andersen, la clave está en las cifras: en varios países europeos, existen pruebas evidentes de que «la correlación negativa entre el empleo femenino y la tasa de nacimientos se está volviendo positiva» y que «la pendiente educativa de la formación de la pareja y el divorcio se está invirtiendo». Es decir, mientras que el divorcio y la baja fertilidad solían darse con más frecuencia entre mujeres con un alto nivel de formación, en la actualidad estos colectivos presentan más parejas estables y familias numerosas. Mientras tanto, en Dinamarca por ejemplo, son las mujeres con menos formación las que parecen tener menos niños, experimentar unas tasas más elevadas de divorcio y formar familias como madres solteras. Para explicar este fenómeno, el profesor Esping-Andersen propone un nuevo modelo teórico: un «proceso de difusión» en grupos específicos de la sociedad mediante el cual los cambios habitualmente lentos y graduales se aceleran de repente cuando se alcanza una «masa crítica». «La aportación de los hombres daneses a las tareas domésticas apenas cambió entre 1960 y 1980; sin embargo a partir de 1990 comenzaron a repartir dichas tareas casi equitativamente», afirma. «Los hombres con un mayor nivel de formación estuvieron a la vanguardia de dichos cambios», continúa, ya que fueron ellos los primeros en aceptar un modelo familiar basado en la igualdad de género. En la actualidad, son las mujeres con estudios universitarios las que forman familias numerosas. «La clave está en la confianza y las expectativas compartidas», según el profesor Esping-Andersen, junto con el aumento de las oportunidades laborales para las mujeres y un cuidado asequible de los niños. Trabajando con los mejores La subvención del CEI permitirá al profesor Esping-Andersen probar esta hipótesis con más detenimiento. Dado que la subvención se le concedió en junio de 2011, esta investigación se encuentra aún en una fase temprana. Sin embargo, gracias a la financiación ya ha logrado formar un equipo encargado de analizar los datos procedentes de algunos de los mejores recursos del mundo, como son el Panel Study of Income Dynamics (PSID) en Estados Unidos y el British Household Panel Survey (BHPS) en el Reino Unido. «Necesitamos utilizar datos abundantes que sigan de cerca a la población durante un largo periodo de tiempo», explica, datos que reflejen las tasas de divorcio, fertilidad, etc., en diferentes países. Tras haber observado cambios rápidos en Escandinavia, Francia y España, ahora trabaja en modelos que expliquen las llamativas divergencias que experimentan las tendencias sociales. «Esta fue la primera señal que me indicó que iba por el buen camino», afirma. En algunos países, como Alemania, las parejas basadas en el papel tradicional de mujeres y hombres (es decir, el padre mantiene a la familia y la madre se queda en casa) siguen siendo las más estables, mientras que en países como Dinamarca o Suecia estas parejas son las más propensas al divorcio. Para el profesor Esping-Andersen estos datos son una prueba de que las tendencias negativas observadas en décadas anteriores se pueden invertir, comenzando por los grupos con un alto nivel de formación y posteriormente extendiéndose al resto de la sociedad. Podría ser que las tasas de descenso de la fertilidad y de aumento del divorcio simplemente reflejen un periodo de transición inestable entre el modelo de familia tradicional y el nuevo modelo de familia donde ambos miembros trabajan, y no un declive permanente de la estabilidad familiar. Su proyecto financiado con fondos del CEI continuará hasta mayo de 2016, así que el profesor Esping-Andersen cuenta con tiempo suficiente para invalidar algunas hipótesis pesimistas sobre el futuro de la familia. - Fuente: Profesor Gøsta Esping-Andersen - Coordinador del proyecto: Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España - Título del proyecto: «Stratified family dynamics: polarising trends in couple behaviour and parenting» - Acrónimo del proyecto: Family Polarisation - web del profesor Gøsta Esping-Andersen - Programa de financiación del 7PM (convocatoria del CEI): subvención avanzada (Advanced Grant) 2010 - Financiación de la Comisión Europa: 2,1 millones de euros - Duración del proyecto: cinco años