El vínculo entre un número menor de plazas psiquiátricas y una población reclusa mayor
Desde la Declaración de Caracas de 1990, los países sudamericanos se han comprometido a respetar en mayor medida los derechos humanos y mejorar el nivel de inclusión social en lo que atañe a las personas con este tipo de trastornos. Las consiguientes reformas implicaban desinstitucionalizar la atención que reciben estos pacientes y crear servicios comunitarios de salud mental. No obstante, desde que se iniciaron estas medidas sigue sin saberse con certeza hasta qué punto exactamente se ha producido en realidad dicho cambio, en qué casos se procede a brindar la atención en centros a quienes padecen trastornos mentales y cuáles son las tendencias actuales. Es por esto que el proyecto INCAS (Institutionalised care for people with mental disorders in South America: Indicators and trends) abordó estas cuestiones. Se llevó a cabo un estudio transversal entre 1 008 prisioneros en Chile. En general, el proyecto tenía como objetivo evaluar los indicadores pertinentes, así como las tendencias, en Sudamérica. Los indicadores relativos a la institucionalización incluyen el número de pacientes de psiquiatría y de psiquiatría forense en centros hospitalarios, las estadísticas de ingresos involuntarios, de centros de acogida y de encarcelamiento. Se recabaron datos en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay con los que se comprobó si había relación entre el número de plazas en centros psiquiátricos y el de personas que forman parte de la población penitenciaria. Por primera vez se descubrió una relación inversa entre ambos factores en un conjunto de datos longitudinales que abarcaban las dos últimas décadas. En parte, la explicación y la causa se pueden encontrar en un indicador socioeconómico como es el aumento en el producto nacional bruto per cápita. Se detectaron elevadas tasas de incidencia relativas a enfermedades mentales tales como psicosis, depresión, trastornos de personalidad o un consumo abusivo de drogas entre los presos en el momento de ser encarcelados. El estudio, que se coordinó desde la Universidad de Chile y la Universidad Queen Mary de Londres, puede ayudar a reforzar el papel de Europa en el sector de la salud mental a nivel mundial.