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Revelados los secretos de la división celular

Científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB), en Barcelona, del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), en Heidelberg, y del Instituto Pasteur, en París, han publicado, en la revista "Current Biology", un artículo en el que se recogen los resultados de ...

Científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB), en Barcelona, del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), en Heidelberg, y del Instituto Pasteur, en París, han publicado, en la revista "Current Biology", un artículo en el que se recogen los resultados de su hallazgo de una proteína que desempeña un papel crucial en el proceso de ensamblaje y estructura del núcleo celular. La división celular, o replicación del ADN, es la esencia de la vida, según afirma el biólogo evolucionista Richard Dawkins. Los seres vivos no son más que vehículos del ADN antiguo, oculto en el núcleo de cada célula. En los albores de la vida, hace unos cuantos millones de años, las cadenas de ADN se sostenían en la sopa primordial sin protección física, simples moléculas sueltas en los primeros océanos. El continuo proceso de división celular hizo aparecer pequeñas imperfecciones, algunas de las cuales aportarían ventajas específicas. Los humanos, y los demás seres que nos rodean, somos el resultado de sucesivos ajustes, selecciones naturales y mutaciones casuales producidos a lo largo de millones de años. Mientras, dentro llevamos las moléculas de ADN que contienen nuestro mapa fisiológico. El ADN, para poder seguir el viaje, necesita repetir el proceso de división, pero las condiciones son más restrictivas. Las cadenas de ADN se desmantelan, dividen y ensamblan nuevamente en los núcleos de dos células nuevas. Para ello, la membrana que envuelve el núcleo de la célula original debe someterse a un complejo proceso de disgregación y reconstrucción. La envoltura nuclear actúa como una barrera entre el compartimento más externo de la célula y el interior del núcleo, donde se encuentra el preciado ADN. Su función es regular las moléculas que se desplazan entre estos dos compartimentos. El tráfico de moléculas se realiza a través de los poros nucleares, que son una especie de canales en forma de canasta. "Todavía no hemos identificado cada una de las moléculas de la envoltura nuclear, y aún quedan muchas preguntas abiertas sobre el proceso mediante el cual algunas moléculas pueden pasar por los poros y otras no", explica el doctor Peter Askjaer, del IRB. El estudio demuestra que la proteína MEL-28 es un componente de los poros nucleares en el gusano C. elegans, uno de los organismos modelo más importantes en biología. MEL-28 es un arquitecto clave de la envoltura. Cuando los científicos bloquearon la actividad de MEL-28, descubrieron que, al dividirse las células, las envolturas protectoras del los núcleos no se reconstruían adecuadamente. El resultado es que los componentes se encuentran desordenados, las membranas no se regulan y dejan de funcionar correctamente. MEL-28 tiene una pariente muy cercana en las células humanas; uno de los futuros proyectos de los investigadores será examinar si esta molécula tiene una implicación parecida en nuestra propia especie. Las envolturas nucleares con formas anómalas están asociadas a enfermedades genéticas humanas, como la progeria, disfunción que provoca que los niños afectados envejezcan prematuramente, y también a distintos tipos de distrofia muscular. "Entender el proceso de formación de la envoltura nuclear puede ayudarnos a comprender cómo determinados cambios en el proceso causan estas enfermedades y cómo se pueden tratar", afirma el doctor Askjaer.

Países

Alemania, España, Francia

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