Un estudio resalta la importancia de las tecnologías de reducción de las emisiones en la lucha contra el calentamiento global
El mero cumplimiento de los actuales protocolos internacionales en materia de calidad del aire podría no resultar suficiente para reducir el deterioro medioambiental causado por las elevadas emisiones de nitrógeno y las concentraciones cada vez mayores de ozono. Únicamente mediante el desarrollo de tecnologías que permitan reducir estas emisiones sería posible contrarrestar la contaminación atmosférica y el calentamiento global. Estas son las principales conclusiones de un estudio realizado por científicos del Centro Común de Investigación (CCI) de la Comisión Europea y por ACCENT, una red de investigadores financiada por la UE. En un artículo publicado en la Revista de Ciencia Medioambiental y Tecnología, los científicos explican la manera en que han realizado una evaluación de los cambios que muy probablemente se producirán en el medio ambiente atmosférico global entre 2000 y 2030. Para ello utilizaron una serie de 26 modelos químicos globales y manejaron tres posibles supuestos de trabajo en relación con las emisiones de gases al medio ambiente. Del análisis de estos supuestos de trabajo se concluye que el cumplimiento de la reglamentación tiene una importancia muy limitada en lo que se refiere a la reducción del nivel de emisiones a nivel global y la disminución de la contaminación atmosférica. De acuerdo con los científicos, incluso en el supuesto de que se aplicasen los protocolos, los niveles de ozono en superficie a escala mundial aumentarían de aquí a 2030 en un 5%, porcentaje que alcanzaría hasta un 15% sin no se tomase ningún tipo de medida. Sólo en el supuesto de que se aplicasen una serie de estrictas medidas de reducción de los niveles de emisión a la atmósfera de óxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos volátiles (COV) se produciría, según los científicos, una disminución de hasta un 8% del nivel de las concentraciones de ozono en superficie. Contrariamente a lo que sucede con la capa protectora de ozono que forma la atmósfera superior (estratosfera) de la Tierra, el ozono de superficie constituye un contaminante muy nocivo que se origina cuando substancias como el monóxido de carbono, el metano y otros compuestos similares entran en reacción con los óxidos de nitrógeno resultantes del tráfico de vehículos, las actividades industriales y el uso de la energía doméstica (en cocinas y calefacciones). A nivel de superficie se considera que el gas agrava los síntomas propios de las enfermedades pulmonares y hace aumentar el número de casos de ataques asmáticos. El ozono es asimismo un gas del efecto invernadero y contribuye por tanto al calentamiento global. El estudio constituye un recordatorio muy oportuno dirigido a los gobiernos de todo el mundo sobre la necesidad de intensificar los esfuerzos para atajar el problema del cambio climático a nivel global y de acordar estrategias concertadas como la que viene definida, por ejemplo, en el Protocolo de Kyoto, así como de establecer pactos en el futuro destinados a reducir la contaminación atmosférica. El próximo paso para los científicos del CCI y ACCENT será desarrollar una serie de directrices prácticas sobre cómo poner en práctica los resultados del estudio.