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El sector industrial respalda el CEI

El pasado 27 de febrero el Consejo Europeo de Investigación (CEI) anunció de forma oficial en Berlín que financiará la denominada «investigación movida por la curiosidad» y para acceder a esta financiación los investigadores competirán por dichos premios según el criterio de l...

El pasado 27 de febrero el Consejo Europeo de Investigación (CEI) anunció de forma oficial en Berlín que financiará la denominada «investigación movida por la curiosidad» y para acceder a esta financiación los investigadores competirán por dichos premios según el criterio de la excelencia. Los investigadores celebraron la noticia con entusiasmo, ¿pero comparte esta alegría el sector industrial? Como es lógico, la industria está interesada principalmente en el otro extremo del proceso de investigación: la ciencia aplicada y la innovación. Los grupos de presión de la industria se han centrado en crear las circunstancias idóneas para que las empresas inviertan en investigación en Europa y, después, saquen productos al mercado. Mientras que en Europa se generan resultados de investigación a buen ritmo, la proyección posterior de dichos resultados y la obtención de un producto o un servicio comercial constituyen un punto flaco que a menudo se denomina la «paradoja de la innovación» de Europa. Según Helga Nowotny, vicepresidenta del CEI y de su Consejo Científico, deberíamos dejar de pensar con arreglo a un modelo lineal. El proceso que va desde que nace una idea hasta que surge el producto no sigue un camino marcado que comienza con la investigación fundamental, sino que influyen mucho más «el azar y la suerte». «La incertidumbre inherente a la investigación «movida por la curiosidad» le confiere a ésta un potencial enorme y el sector de la industria debería sentirse atraído por las oportunidades que les brinda ese tipo de investigación», dijo Nowotny. También apuntó que el CEI está abierto a que la industria solicite financiación, siempre que el proyecto se base en investigación «movida por la curiosidad» y no en investigación industrial. «No es tarea del CEI solucionar el problema de la innovación», comentó Mark Walport, director de la fundación Wellcome Trust del Reino Unido, a la vez que dio su apoyo a la iniciativa y a su objetivo de favorecer la investigación «movida por la curiosidad». Esta postura también fue secundada por otra importante figura del mundo industrial: Andrew Dearing, secretario general de la EIRMA («Asociación europea para la administración de la investigación industrial»). Dearing comentó a CORDIS Noticias que el CEI es «interesante como parte de todo un entramado con el que construir el espacio europeo de investigación (EEI)», puesto que Europa está necesitada de símbolos que tiren de la investigación desde arriba. También añadió que los programas marco de investigación de la UE, además de ser una «iniciativa magnífica», se han centrado en la cooperación, aspecto que se ha atendido a gran escala. Con un presupuesto que crece de forma satisfactoria, ahora es el momento de volver a evaluar los objetivos de los programas marco y de aumentar más de un aspecto relacionado con la competencia. «El CEI es la punta de lanza del programa marco para garantizar la excelencia», apuntó Andrew Dearing. Pero aunque el CEI reciba todo el apoyo por parte de Andrew Dearing, esto no resolverá los problemas de Europa en lo que respecta a la investigación. La UE ha sabido crear unas condiciones que apoyan la ciencia, pero no ha conseguido un contexto que anime a las empresas a invertir. «Es básico entender bien la investigación fundamental, pero los políticos no deberían llegar a la conclusión de que han hecho su trabajo porque lo hayan dejado todo organizado», comentó a CORDIS Noticias. Andrew Dearing aconsejó a los legisladores de la UE que tuvieran en mente la agenda Aho, que recomienda crear mercados pioneros, unas normativas sobre innovación y ayuda pública mejoradas y protección de los derechos de la propiedad intelectual, entre otros. Cuando le preguntamos si el Instituto Europeo de Tecnología (IET) es quizá la respuesta a algunos de estos problemas, Dearing se mostró optimista, aunque cauto. Cuando el EIRMA se enteró de las propuestas para la creación del EIT, sus preocupaciones se centraron en dos vertientes. La primera, que el proyecto estaba guiado por un deseo de hacer un simple gesto que supondría poco en lo referido a apoyo práctico; y la segunda, que la propuesta, al haber aparecido en el momento en el que el debate acerca del Séptimo Programa Marco (7PM) se encontraba en una etapa crucial, ocuparía un lugar menos importante en dichos debates. «Pero reconozcamos la labor de la Dirección General de Educación y lo que logró el año pasado. Ha prestado atención a los colectivos interesados y se ha dado cuenta de que todo consiste en reunir los conocimientos y la técnica que ya existen», añadió Dearin. Tal como señaló Dearing, está claro que el IET es un ente diferente del CEI. El CEI tiene unas metas claras y cuenta con un grupo de gente muy preparada en su Consejo Científico. «Es más difícil saber organizar el IET y atraer a las personas adecuadas para conseguirlo», opina Dearing.

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