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Los ríos galeses siguen sin recuperarse de los efectos de pasadas lluvias ácidas

Un estudio de la Universidad de Cardiff en Gales indica que se siguen notando los efectos secundarios de las lluvias ácidas producidas en los años setenta y ochenta. Los efectos acidificantes se siguen observando en Galloway (Escocia), las Highlands escocesas y Gales, siendo i...

Un estudio de la Universidad de Cardiff en Gales indica que se siguen notando los efectos secundarios de las lluvias ácidas producidas en los años setenta y ochenta. Los efectos acidificantes se siguen observando en Galloway (Escocia), las Highlands escocesas y Gales, siendo insignificante el proceso de recuperación biológica de los ecosistemas. El proyecto llevado a cabo por la Escuela de Biociencias de la Universidad de Cardiff, el Centro de Ecología e Hidrología y el Museo Nacional de Gales tuvo como resultado el hallazgo de una disminución inferior a la prevista en el nivel de acidez de los ríos tributarios en Gales. Dos de cada tres corrientes examinadas presentaban un nivel de acidez capaz de causar daños biológicos durante crecidas. Una permanencia de apenas unos días en los ríos más ácidos provoca la muerte de los insectos acuáticos más sensibles. No sólo eso, sino que también están afectadas varias zonas de conservación, como el río Wye en Gales y numerosas granjas de salmonicultura. «La contaminación va retrocediendo paulatinamente en las aguas de las zonas altas, pero aún queda mucho por hacer», asevera el Profesor Steve Ormerod, de la Escuela de Biociencias de la Universidad de Cardiff. «La gravedad de los efectos biológicos de las lluvias ácidas observados en el estudio obliga a seguir vigilando los ecosistemas para garantizar su protección». A pesar de las medidas adoptadas en Europa en las dos últimas décadas, el hábitat natural galés podría tardar al menos cincuenta años en recuperarse, alerta el Profesor Ormerod. También agrega que los datos de la investigación no guardan relación con el relativo optimismo de los primeros resultados de otros estudios recientes. Se produce lluvia ácida al emitirse a la atmósfera dióxido de sulfuro y óxidos de nitrógeno procedentes, entre otras fuentes, de la combustión de carburantes fósiles con fines energéticos o industriales. Las partículas tóxicas son absorbidas por las gotas de las nubes. Al llover, el potencial inusualmente bajo de hidrógeno (pH) de las gotas incrementa la acidez del suelo, alterando el equilibrio químico de ríos y lagos. En los años setenta y ochenta, las lluvias ácidas, una de las principales causas de contaminación, afectaron a extensas zonas altas de Gran Bretaña, al resto de Europa continental y a Norteamérica. En Gales, se acidificaron más de doce mil kilómetros de corrientes y ríos, causando daños en peces, insectos y aves acuáticas.

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