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Los adolescentes hacen caso a sus progenitores sobre el consumo de tabaco

Según revela una investigación llevada a cabo en Suecia, en contra de lo que se suele creer, los adolescentes sí tienen en cuenta la opinión de sus padres sobre el consumo de tabaco y coinciden en que es su deber intentar disuadirles de fumar. Estos hallazgos, publicados en la...

Según revela una investigación llevada a cabo en Suecia, en contra de lo que se suele creer, los adolescentes sí tienen en cuenta la opinión de sus padres sobre el consumo de tabaco y coinciden en que es su deber intentar disuadirles de fumar. Estos hallazgos, publicados en la revista BMC Public Health, indican que se debería animar a los padres a que intenten impedir que sus hijos fumen como parte de las iniciativas de carácter general contra el consumo de tabaco dirigidas al conjunto de la población. La adolescencia es una época clave en muchos aspectos de la salud pública, entre los que se encuentra el consumo de tabaco: los estudios demuestran que la inmensa mayoría de los fumadores probaron el tabaco por primera vez cuando aún estaban en el colegio. Por otra parte, el proceso de adicción al tabaco es tremendamente rápido en los niños, dado que los más propensos pueden convertirse en adictos a la nicotina en cuestión de días tras fumar su primer cigarrillo. Para abordar este problema es necesario saber exactamente cuándo empiezan los jóvenes a fumar, cómo cambian sus hábitos de consumo con el paso del tiempo y quién puede influir en los adolescentes para evitar que empiecen a fumar. Muchos padres piensan que su influencia en el estilo de vida de sus hijos adolescentes es escasa, y que éstos no quieren que les molesten con temas como el consumo de tabaco. En este estudio llevado a cabo por científicos del Departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Umeå (Suecia), se analizaron las actitudes de los adolescentes suecos respecto a la intervención de los padres en el consumo de tabaco y se comprobó el cambio en dichas actitudes que se ha producido con el paso del tiempo. Para ello, analizaron los datos de encuestas realizadas a adolescentes suecos en 1987, 1994 y 2003. En cada una de estas encuestas se había preguntado a 4 500 jóvenes de entre 13 y 17 años acerca de su consumo de tabaco y de si sus padres habían intentado influir en sus hábitos de consumo, y se les había pedido su opinión sobre lo que debían hacer los padres para evitar que los adolescentes fumen. Según los resultados, y en contra de lo esperado, la inmensa mayoría de los adolescentes apoyaba el hecho de que los padres interviniesen para intentar evitar que sus hijos fumasen, aunque esta opinión estaba más extendida entre aquellos que no fumaban que entre los que sí lo hacían. Asimismo, el apoyo a la intervención por parte de los padres ha ganado adeptos con el paso del tiempo: en 1987 el 87 % de los no fumadores y el 67 % de los fumadores se mostraron a favor de los esfuerzos de los padres por convencer a sus hijos de que no fumasen. En 1994, los porcentajes registrados fueron el 93 % y el 81 % respectivamente, y en 2003, el 95 % de los no fumadores y el 84 % de los fumadores apoyaban la intervención de los padres en el consumo de tabaco. Según los adolescentes, lo mejor que podían hacer los padres para evitar el consumo de tabaco era intentar convencer a los adolescentes de que no fumasen, no dejarles fumar en casa y no fumar ellos mismos. Otras medidas, como prohibir totalmente el consumo de tabaco o disminuir la paga a los fumadores, gozaban de menor aceptación. El porcentaje de fumadores disminuyó a lo largo de los años reflejados en el estudio, pasando del 8 % de los encuestados en 1987 al 4 % en 2003. Asimismo, el porcentaje de niños que no habían fumado nunca aumentó al 57 % en 2003. Los investigadores sugieren que este descenso en el número de fumadores adolescentes se debe a los cambios en la legislación y a una menor aceptación social del consumo de tabaco. Sin embargo, el estudio revela que un pequeño segmento de los encuestados ya fumaba a los trece años. Por consiguiente, según apuntan los investigadores, las iniciativas para prevenir el consumo de tabaco deben comenzar por los niños menores de diez años. Según afirma Maria Nilsson, autora principal del artículo, «el hecho de que la actitud de los adolescentes respecto a la intervención de los padres en el consumo de tabaco sea positiva resulta esperanzador». «Se debería animar a los padres a que intenten evitar que sus hijos fumen.»

Países

Suecia

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