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Homenaje a los inventores que combaten las enfermedades

En dos de las cuatro categorías de la última edición de los Premios «Inventor Europeo del Año» se ha premiado la lucha contra la leucemia y la malaria, dos de las enfermedades más virulentas que existen. El premio en la categoría de industria recayó en el Dr. Jörg Zimmermann...

En dos de las cuatro categorías de la última edición de los Premios «Inventor Europeo del Año» se ha premiado la lucha contra la leucemia y la malaria, dos de las enfermedades más virulentas que existen. El premio en la categoría de industria recayó en el Dr. Jörg Zimmermann, un químico farmacéutico suizo, y el Dr. Brian Druker, un oncólogo estadounidense, por el desarrollo del fármaco Glivec. La tasa de remisión de Glivec alcanza el 98% en enfermos de leucemia mieloide crónica (LMC), una forma rara de leucemia que afecta a unas 10.000 personas cada año. La LMC se consideraba uno de los peores tipos de cáncer. Los únicos tratamientos que existían eran el transplante de médula ósea y la quimioterapia, ambos tremendamente dolorosos y con muchos efectos secundarios, dado que atacan a las células sanas y a las cancerosas por igual. Glivec supone un gran avance en el tratamiento del cáncer debido a que sólo actúa sobre las células enfermas. El Dr. Zimmermann comenta en relación a este fármaco que «existen varias formas de leucemia y Glivec sólo se emplea para la LMC. Esto es muy importante. En mi opinión, éste es el planteamiento que adoptará la medicina en el futuro. Con un diagnóstico muy preciso la tasa de éxito de Glivec supera el 95%. Antes los diagnósticos eran menos precisos y la quimioterapia, muy poco selectiva, afectaba a todas las células.» Los doctores Zimmermann y Druker emprendieron su búsqueda de la cura de la LMC a finales de la década de los ochenta, después de que unos investigadores en Estados Unidos descubrieran que el 95% de los pacientes con LMC tenían un cromosoma más corto de lo normal. Esto provoca un intercambio de ADN por el que se crea una proteína de señalización anómala denominada BCR-ABL. Los investigadores empezaron a buscar inhibidores de BCR-ABL. «Durante la duplicación del ADN, un fragmento del cromosoma A se intercambia con el cromosoma B», explicó el Dr. Zimmermann a CORDIS Noticias. «Desconocemos lo que provoca este fenómeno. En algunos casos, puede deberse a factores ambientales, pero en otros probablemente se trate sencillamente de mala suerte. Es habitual que en nuestro cuerpo se produzcan fallos, pero normalmente se corrigen. En el caso de las células cancerígenas, no se reconoce el fallo.» Para los pacientes, la ausencia de efectos secundarios supone un beneficio considerable, ya que les permite evitar las penosas y dolorosas sesiones de quimioterapia. El Dr. Zimmermann señala que «el éxito que ha tenido Glivec entre la comunidad médica se debe principalmente a su elevada tolerancia. La mayoría de los pacientes no experimenta ningún efecto secundario. La quimioterapia acarrea un sufrimiento tremendo para los pacientes. En cambio, durante los primeros ensayos clínicos con Glivec los pacientes preguntaban si les habíamos dado un placebo. Algunos médicos se apresuraron a decir que no podría servir como fármaco contra el cáncer y que no sería eficaz.» No obstante, Glivec funcionó. Las cifras de leucocitos de los pacientes descendieron considerablemente, y apenas se observaron efectos secundarios, en virtud de lo cual Glivec es en estos momentos el principal tratamiento para todos los enfermos de LMC. «Nuestro trabajo se basó en un principio muy simple», explicó el Dr. Zimmermann. «Estudiamos las diferencias existentes entre una célula cancerígena y una sana y buscamos elementos que estuviesen presentes en las células cancerígenas pero no en las sanas. Ése fue nuestro objetivo.» La malaria es otra enfermedad devastadora que está causando estragos en África. Esta enfermedad transmitida por mosquitos afecta al ser humano desde hace 50.000 años aproximadamente. En la actualidad, causa entre tres y cinco millones de muertes al año, sobre todo en el África subsahariana. El profesor Yiqing Zhou, del Instituto de Microbiología y Epidemiología de Pekín (China), fue galardonado en la categoría de países no europeos de los Premios «Inventor Europeo del Año» por el desarrollo de un fármaco contra la malaria que consiste en la combinación de un antiguo remedio chino y un agente moderno contra esta enfermedad. Durante siglos se ha combatido la malaria con muchos remedios a base de hierbas y muchos tratamientos farmacológicos, pero el parásito del mosquito que la transmite es muy resistente y se ha ido haciendo inmune a los distintos tratamientos. El profesor Zhou recurrió a la medicina tradicional china y combinó la hierba Artemisia annua (ajenjo dulce), utilizada durante miles de años antes de que existiesen los fármacos modernos, con benflumetol, un fármaco de eficacia demostrada contra la malaria, para crear un nuevo medicamento que se comercializa con el nombre de Coartem. Para el profesor Zhou la lucha contra la malaria es una cruzada personal; él mismo contrajo la enfermedad y ha sido testigo de los estragos que hace en China, tanto entre la población civil como entre los militares. «La medicina china es la mano derecha y la occidental es la izquierda, y combinadas doblan su eficacia», dijo refiriéndose a este nuevo fármaco combinado. Silvio Gabriel, de Novartis, la empresa que comercializa Coartem, comentó que «se necesita un gran inventor, como el profesor y los miembros de su equipo, para combinar una hierba medicinal tradicional [...] con un compuesto occidental con propiedades antiparasitarias.» «Hasta el momento no se han dado casos de resistencia. Pero siempre existe esta posibilidad, de modo que es importante que se sigan empleando otros métodos, como las mosquiteras y los insecticidas.» Coartem es un tratamiento sencillo que consiste en doce pastillas que se administran de cuatro en cuatro durante tres días. Está obteniendo resultados espectaculares en África. En Ruanda las muertes por malaria han descendido un 60% y en Etiopía la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad. En Zambia, los casos de malaria han caído un 80% y la tasa de mortalidad ha disminuido un 90%. Hasta el momento se han suministrado más de 235 millones de tratamientos de Coartem, que han salvado unas 600.000 vidas. Según comenta Silvio Gabriel, «los resultados son extraordinarios. En algunas zonas, como Tanzania, ya no podemos [llevar a cabo] más ensayos clínicos porque no hay suficientes enfermos.»

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