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El hábito de fumar explica en hasta un 60% la diferencia de mortalidad entre los sexos en Europa

El hábito de fumar justifica en entre un 40% y un 60% la diferencia en la mortalidad de hombres y mujeres en toda Europa, según revela una nueva investigación. Por su parte, el alcohol motiva en cerca de un 20% la brecha entre géneros. Estas conclusiones, publicadas en la revi...

El hábito de fumar justifica en entre un 40% y un 60% la diferencia en la mortalidad de hombres y mujeres en toda Europa, según revela una nueva investigación. Por su parte, el alcohol motiva en cerca de un 20% la brecha entre géneros. Estas conclusiones, publicadas en la revista Tobacco Control, resaltan la necesidad de implantar medidas de salud pública que pongan freno a estos hábitos tan perjudiciales. Desde mediados del siglo XVIII la esperanza de vida de las mujeres siempre ha sido superior a la de los hombres en varios países europeos. Y desde finales de la década de los años noventa se ha constatado que las mujeres de todos los países del mundo pueden esperar vivir más años que sus compatriotas del género opuesto. Las razones de esta diferencia han sido objeto de un animado debate. Hay quien atribuye esta brecha entre los sexos a condiciones biológicas, y otros apuntan a la relativa renuencia de los hombres a buscar atención sanitaria cuando la necesitan. Pero por el debate ha pasado desapercibida en gran medida la influencia de ciertos comportamientos con repercusiones sanitarias sobre la brecha entre la tasa de mortalidad de cada sexo. En el estudio referido, científicos británicos emplearon datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la mortalidad en treinta países europeos en el año 2005 (o en su defecto del año más reciente sobre el que se dispusiera de datos). Dichos científicos estudiaron las diferencias entre los sexos por lo que se refiere a las defunciones sin importar la causa y también a las defunciones por afecciones relacionadas con el hábito de fumar (es decir, cáncer de tracto respiratorio, cardiopatía isquémica, ictus y enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC) y con el consumo de alcohol (lo que abarcaba el cáncer de garganta y esófago, la insuficiencia hepática crónica y la psicosis alcohólica). Sus pesquisas revelaron que, si bien la mortalidad general era más elevada entre los hombres que entre las mujeres en todos los países abarcados, la magnitud de la brecha mencionada variaba en gran medida, concretamente desde un diferencial en términos de defunciones anuales de 188 por 100.000 en Islandia hasta 942 en Ucrania. En líneas generales, la brecha entre sexos era mayor en Europa oriental, donde todos los países registraban un diferencial de más de 400 por 100.000. En cambio, las brechas menos abultadas se registraron en Chipre, Grecia, Islandia, Suecia y Reino Unido, todos ellos con cifras inferiores a 230 por 100.000. El hábito de fumar determinaba entre el 38% y el 60% del diferencial entre los sexos en todos los países, a excepción de Malta, donde el 74% de las defunciones adicionales entre los hombres se debía a esta causa. Los autores indican que las variaciones en la proporción de muertes adicionales debidas al hábito de fumar son atribuibles a diferencias entre géneros relativas a la popularidad de este comportamiento en los distintos países durante las décadas anteriores. Por su parte, el consumo de alcohol era el responsable de entre el 20% y el 30% del diferencial entre las tasas de mortalidad de hombres y mujeres en Europa oriental y de entre el 10% y el 20% en el resto del mundo. No obstante, en los treinta países estudiados, el tabaco fue culpable en mayor medida que el alcohol de la brecha entre géneros por lo que se refiere a la tasa de mortalidad general. Los autores señalan que no debe sorprender que el consumo habitual de tabaco y alcohol genere diferencias tan destacadas entre los sexos por lo que a la esperanza de vida se refiere, habida cuenta de que estos «hace mucho tiempo que han condicionado de manera muy poderosa la identidad de cada sexo». Asimismo, los investigadores hacen notar que «se ha sugerido que los estereotipos culturales relativos al consumo de alcohol no dejan de cambiar para conservar una distinción en los hábitos de consumo de cada sexo, de tal forma que a medida que hombres y mujeres varían sus hábitos de consumo de alcohol, se dedican esfuerzos considerables a difundir estereotipos que diferencian la forma de beber de los hombres de la de las mujeres». Los jóvenes no dejan de iniciarse en el consumo de tabaco y en hábitos dañinos de consumo de alcohol, lo cual destaca la necesidad acuciante de adoptar medidas de salud pública que pongan remedio a esta situación. Se trata de comportamientos que, en apariencia, guardan relación con la identidad de cada sexo, de lo que se desprende que no resultará nada sencillo ponerles fin. «Nos encontramos ante comportamientos arraigados en la cultura, y los correspondientes estereotipos culturales de comportamiento son determinados en parte y aprovechados plenamente por las industrias del alcohol y el tabaco», advierten los investigadores. De cara al futuro, estos anticipan que la brecha entre las mortalidades de cada sexo debida al tabaco menguará en las décadas venideras. En conclusión: «Pueden pasar varias décadas hasta que se produzcan cambios profundos en las diferencias entre los hábitos de fumar de cada género en algunos de estos países y hasta que estos cambios se reflejen en una menor repercusión de las defunciones relacionadas con el tabaco en el diferencial entre las tasas de mortalidad de cada género.»Para más información, consulte: Tobacco Control: http://tobaccocontrol.bmj.com/ Organización Mundial de la Salud: http://www.who.int/en/

Países

Reino Unido

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