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Dialogue About Radicalisation and Equality

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Fútbol, fetuas, fascismo: la sorprendente verdad sobre lo que impulsa el extremismo en Europa

¿Cómo es el ambiente ideal para la aparición de la radicalización? ¿Cómo reaccionan los jóvenes a estas influencias? ¿Cómo influye el islamismo en los movimientos de extrema derecha y viceversa? El proyecto DARE investiga estas y muchas otras cuestiones.

Sociedad icon Sociedad

La radicalización ha sido un problema político importante a lo largo de los últimos dos decenios. En Europa, se clasifica básicamente en dos formas principales. La primera es el islamismo y la segunda, y más generalizada en los últimos cinco años, son los perniciosos movimientos de extrema derecha que amenazan los cimientos mismos de nuestras sociedades abiertas y multiculturales. Estos dos grupos suelen ser opuestos, aunque se supone que comparten la misma tendencia a la violencia. Aún hay muchas cosas que no se saben, o de las que tenemos una idea equivocada, sobre el caldo de cultivo de estas dos formas de radicalización. «Carecemos de investigaciones empíricas sobre los entornos de radicalización y tampoco sabemos por qué la mayoría de los jóvenes no se radicalizan en estos entornos», explica Hilary Pilkington, catedrática de Sociología en la Universidad de Mánchester y coordinadora del proyecto DARE (Dialogue About Radicalisation and Equality). «Queríamos colmar estas lagunas, así como influir en el debate sobre cómo interactúan los procesos de radicalización y generan efectos acumulativos». Para lograrlo, el equipo del proyecto llevó a cabo estudios etnográficos de entornos islamistas y de extrema derecha. «Nuestros 19 estudios completados generaron algo menos de 400 entrevistas semiestructuradas con un total de 369 jóvenes de 12 países. Los entornos seleccionados variaron considerablemente —desde una prisión francesa hasta un entorno autoproclamado de “fanáticos del fútbol” en Polonia— y los hallazgos incluidos en los informes de cada estudio de caso son abundantes y complejos por sí mismos», comenta Pilkington. El proyecto demuestra que la desigualdad socioeconómica no predice la radicalización de forma sistemática. Esto depende del país, del tipo ideológico de radicalización y de la forma de radicalización (cognitiva o conductual).

La violencia como excepción a la regla

Los agentes entrevistados rara vez se ven a sí mismos como extremistas. Sin embargo, sí que identifican tanto a otros grupos como a algunas personas de su propio entorno como demasiado extremistas, lo que confirma la naturaleza relacional del extremismo. «Un hallazgo importante de la investigación es que esta autodisociación de los participantes en la investigación del extremismo no es solo una retórica vacía. Los agentes del entorno, con algunas excepciones, rechazaron el uso de la violencia para lograr objetivos políticos», añade Pilkington. «Aunque defendían firmemente el derecho a tener y expresar cualquier opinión, creían que la imposición de puntos de vista a los demás era donde empezaba el extremismo». En la práctica, pocos han alcanzado el nivel de extremismo violento. Pilkington explica que las acciones radicales surgen «cuando las preocupaciones que subyacen a los agravios, como la percepción de injusticia, la persecución o la sensación de ser silenciado, se perciben como una especie de amenaza existencial para el propio grupo, lo que requiere una acción para defenderlo». Otros factores son los sentimientos de aislamiento, desconexión y marginación en cuanto parece que no existe ninguna vía alternativa para buscar una reparación. Tal vez el resultado más sorprendente del proyecto sea el grado de apertura al diálogo mostrado por los entrevistados. Pilkington cree que esto plantea cuestiones importantes para futuras investigaciones, como si el radicalismo y el extremismo políticos están tan claramente asociados a una disposición «cerrada» y a una resistencia a la participación dialógica como sugiere la literatura actual. A lo largo de los próximos meses, DARE se centrará en desarrollar dos juegos de herramientas educativas, así como en elaborar informes de investigación y un volumen editado. Pilkington espera que todo esto aumente el creciente reconocimiento de la radicalización como una cuestión social, en lugar de considerarla tan solo un fenómeno relacionado con la seguridad. A la larga, señala que se debería proporcionar a los jóvenes los medios necesarios para que puedan desempeñar un papel significativo en las iniciativas dirigidas por la comunidad a fin de hacer frente al odio y los prejuicios, sin importar de dónde surjan.

Palabras clave

DARE, radicalización, desigualdad, extrema derecha, islamismo, jóvenes, derecha, fascismo, fútbol

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