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¿Podríamos criar langostas gigantes?

Quizá haya oído que las langostas no dejan nunca de crecer. Entonces, ¿por qué las mesas de los restaurantes no chirrían bajo el peso de crustáceos gigantes? Asbjorn Drengstig, biólogo reconvertido en emprendedor acuícola, nos enseña lo que se esconde bajo su caparazón.

Alimentos y recursos naturales icon Alimentos y recursos naturales

En las películas de Hollywood aparecen numerosas criaturas sobredimensionadas hasta alcanzar proporciones terroríficas. Pero quizás el principal candidato que hasta ahora ha pasado desapercibido para los productores sea la langosta. Según Drengstig, hay tres características de las langostas que deberían situarlas a la cabeza del castin: «En primer lugar, son altamente caníbales. En segundo lugar, parecen tener el potencial de vivir indefinidamente y apenas muestran signos de envejecimiento. Por último, el límite natural del tamaño que pueden alcanzar es algo flexible».

Espíritu luchador

Tras la eclosión, las langostas recién nacidas entran en una fase larvaria y permanecen flotando cerca de la superficie del océano durante unas semanas. Allí pasan por tres etapas de muda (o desprendimiento del caparazón), antes de descender hasta el lecho marino en busca de un escondite. «En el medio natural, solo una de cada diez mil larvas sobrevive en esta zona bentónica», explica Drengstig. «Sin embargo, en los criaderos en tierra, la supervivencia puede alcanzar las mil o mil quinientas larvas. Para aumentar la supervivencia en acuicultura, tras un breve periodo en incubadoras corriente arriba, las transferimos a compartimentos de cría individuales». Este sistema de cría en tierra, desarrollado durante el proyecto financiado con fondos europeos AUTOMARUS, utiliza un sistema de procesamiento de imágenes avanzado combinado con un sistema de alimentación automático y una manipulación robótica de las langostas. Esto no solo mejora el bienestar animal, sino que también evita las luchas territoriales que pueden causarles la muerte e incluso el canibalismo. «Las langostas en realidad depredan a sus hermanos desde el momento de la eclosión; este ha sido el principal obstáculo para la acuicultura comercial en el pasado. Cuando se crían juntas, se pierde alrededor del 90 % de las larvas de una misma madre debido al canibalismo», añade Drengstig.

Una producción escalable

Para crecer, las langostas mudan de caparazón mientras absorben agua de mar para aumentar su tamaño. En sus primeros cinco a siete años de vida, pueden mudar hasta veinticinco veces. Cuando alcanzan la edad adulta, suelen pesar unos cuatrocientos gramos y medir veinticinco centímetros. Cada muda posterior aumenta su longitud alrededor de un 15 % y su peso un 40 %. Para mantener este gran crecimiento, las langostas se comen sus caparazones viejos y reciclan el calcio en el nuevo. Como todavía carecemos de un medio fiable para determinar la edad de las langostas, nadie sabe realmente cuántos años pueden llegar a tener. Se ha especulado que podrían llegar a cumplir un siglo y alcanzar una longitud de 92 cm, como mínimo. «A medida que las langostas crecen, no conservan indicadores físicos de su edad exacta, como los otolitos (huesos del oído) de los peces. Si mueren por vejez y causas naturales, normalmente es porque ya no pueden volver a mudar, probablemente por falta de energía», explica Drengstig. Entonces, si lo único que impide a las langostas alcanzar su enorme potencial es la energía para mudar, ¿podría solucionarse esta carencia? Dado que Drengstig está especializado en entornos artificiales propicios para el crecimiento de la langosta, ¿podrían adaptarse a cámaras de agrandamiento? «Sabemos que el crecimiento de la langosta está regulado principalmente por la temperatura del agua, siendo la óptima entre dieciocho y veinte grados centígrados. Por tanto, en principio se podrían criar langostas gigantes en un entorno controlado, pero llevaría mucho tiempo, muchas décadas solo para alcanzar el tamaño humano», afirma Drengstig.

Más escaso que temible

Pero en lugar de criar monstruosas criaturas marinas, el trabajo de Drengstig aborda un objetivo más prosaico. «En Noruega, las capturas anuales alcanzaban cerca de mil toneladas, pero empezaron a reducirse en los años sesenta hasta las cincuenta toneladas actuales. Y, aunque se están recuperando, las poblaciones siguen estando muy por debajo de los niveles anteriores», señala. Drengstig afirma que la sobrepesca y la pesca ilegal dificultan la recuperación, espoleada por la comercialización y los hábitos de consumo. «Las langostas europeas predominan frente a otras variedades y, a pesar de que los consumidores son más conscientes de la sostenibilidad, su mayor escasez hace que aumente la demanda. Por eso producimos langostas con el tamaño correspondiente a una porción, sobre la base de los principios de la economía circular», añade. Tras haber firmado recientemente acuerdos con centros de procesamiento de datos para reutilizar su calor residual, el método de Drengstig puede ampliarse ahora mediante un bit.ly/40vChdU (sistema de flujo continuo). El equipo también libera una décima parte de los juveniles criados en hábitats seleccionados para recuperar las poblaciones. Dado que los seres humanos son los responsables de su disminución, esperemos que a nadie se le ocurra criar en breve una langosta gigante vengativa. Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Drengstig: Novel Automated System for Farming of European Lobster

Palabras clave

AUTOMARUS, langosta, envejecimiento, tamaño, canibalismo, acuicultura, muda, larvas