Un método de lucha contra la violencia doméstica centrado en las víctimas
La violencia en el marco de la pareja o expareja (IPV, por sus siglas en inglés) es una de las formas más comunes de violencia contra las mujeres. Puede consistir en abusos físicos, sexuales y emocionales, así como en comportamientos de control. Un reto clave para comprender y abordar plenamente este problema es que solo alrededor de un tercio de las víctimas de IPV se ponen en contacto con las autoridades. La capacidad de los investigadores y trabajadores sociales para definir el alcance del problema y proponer acciones se ha visto, por lo tanto, algo limitada.
La IPV desde la perspectiva de las víctimas
El equipo del proyecto IPV INTERVENTION, que cuenta con el apoyo de las acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana) y está coordinado por la Universidad de Estambul(se abrirá en una nueva ventana) (Turquía), trató de comprender mejor la cuestión desde la perspectiva de las mujeres víctimas. Ello podría conducir a programas de prevención e intervención más eficaces en el futuro. Con este fin, Nermin Taşkale, la investigadora principal, se desplazó a la Universidad de Houston System(se abrirá en una nueva ventana) (Estados Unidos). Dicha institución tiene un largo historial de investigación participativa. «Para poder abordar la IPV se debe empezar por definir el problema», afirma la coordinadora del proyecto IPV INTERVENTION, Hanife Özlem Sertel Berk(se abrirá en una nueva ventana), de la Universidad de Estambul. «En este proyecto, nos centramos en lo que se conoce como violencia situacional entre parejas heterosexuales». Uno de los principales objetivos era comprender mejor y en profundidad el trasfondo psicológico de las mujeres víctimas de situaciones violentas. Para ello se recopiló información y se analizaron muestras de casos.
Hacer frente a situaciones violentas y coercitivas
Este trabajo reveló una diversidad de experiencias de las víctimas dentro de los casos de la muestra. Sin embargo, aunque en el proyecto se constató que las experiencias de las mujeres víctimas de la IPV pueden variar, resultó difícil clasificar a las víctimas de la IPV en función de los trastornos mentales o los comportamientos de inadaptación que pudieran presentar. «Es más fácil clasificar a las víctimas en función del grado de violencia al que han estado expuestas», añade Sertel Berk. «Estos resultados coinciden con las perspectivas feministas que identifican el catalizador subyacente de la violencia como basado en el género en las relaciones heterosexuales. La IPV en las relaciones heterosexuales se debe sobre todo al comportamiento masculino». En el proyecto también se descubrió que las víctimas intentan hacer frente a situaciones potencialmente violentas y coercitivas mediante diversas estrategias. «A menudo parece que no se centran en el largo plazo, sino que intentan manejar la situación a corto plazo y hacer frente al entorno inmediato para sobrevivir», explica Sertel Berk. Además, determinadas psicopatologías —o afecciones de salud mental— pueden predisponer a las mujeres a la victimización. «Es decir, las afecciones de salud mental pueden inhabilitar la capacidad de la mujer víctima para salir de la relación», afirma Sertel Berk. «Eso les mantiene en el ciclo de la violencia».
Comprender el vínculo entre psicopatología y victimización
Al principio, el equipo del proyecto se propuso elaborar manuales de intervención para víctimas, agresores y parejas. Sin embargo, tanto Sertel Berk como Taşkale creen que es necesario seguir investigando antes de poder establecer planes de intervención eficaces. «Un próximo paso positivo sería comprender mejor el vínculo entre psicopatología y victimización», añade Sertel Berk. «Es decir, cómo la salud mental puede condicionar las decisiones que las víctimas de la IPV toman sobre sus relaciones. Ello debería ser una prioridad para futuras investigaciones». Mientras tanto, Sertel Berk cree que el proyecto es un importante paso adelante en la comprensión del trauma y los procesos de toma de decisiones de las víctimas. «Hemos aplicado un modelo basado en que “la misma medida no sirve para todos”», señala Sertel Berk. «Nuestra esperanza es que eso acabe dando lugar a soluciones alternativas y mejor adaptadas a una serie de situaciones diferentes».