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Social Interaction Perception and the Social Brain Across Typical and Atypical Development

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Una comprensión más profunda de las interacciones sociales humanas

Unos investigadores están empezando a dilucidar las bases conductuales y neurológicas de las complejas y extraordinarias habilidades sociales del ser humano.

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Los seres humanos somos criaturas sociales. La comprensión del mundo que nos rodea está determinada por las interacciones sociales que observamos, así como en las que participamos, por lo que somos excelentes a la hora de extraer y procesar información social. Por ejemplo, podemos saber si dos personas se están peleando o coqueteando. Sin embargo, hasta hace poco, sabíamos relativamente poco sobre cómo se desarrollan estas habilidades sociales. «En los últimos años, unos cuantos laboratorios han empezado a identificar qué regiones cerebrales participan en este proceso», explica Kami Koldewyn, catedrática de Psicología en la Universidad de Bangor y coordinadora del proyecto Becoming Social. A lo que añade: «Estas investigaciones sugieren que, al menos en los adultos, las interacciones sociales observadas se procesan e interpretan a través de una pequeña red de regiones específicas». En el proyecto Becoming Social, financiado por el Consejo Europeo de Investigación, Koldewyn y su equipo examinaron los orígenes de la comprensión social, para lo cual investigaron los mecanismos conductuales y neurobiológicos que sustentan el complejo fenómeno de la percepción social. «Los resultados de Becoming Social sugieren, entre otras cosas, que una región del surco temporal posterior superior desempeña una función destacada, al menos cuando la información interactiva es dinámica y se desarrolla a lo largo del tiempo», comenta Koldewyn.

Descubrir las bases neuronales

En primer lugar, el equipo de Becoming Social cartografió la base neuronal de la percepción de las interacciones sociales en adultos representativos. «De este modo, descubrimos complejidades intrigantes que seguimos investigando», señala Koldewyn. Una de ellas era que las representaciones estáticas de interacciones sociales —por ejemplo, una foto de una pareja abrazándose— se procesaban de forma muy distinta a las interacciones dinámicas que se desarrollan a lo largo del tiempo. El equipo investigó cuestiones similares en niños. En este sentido, se utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional, para comprender el desarrollo de determinadas regiones cerebrales, y el seguimiento ocular, para observar si los niños veían y procesaban las escenas de forma diferente. «En los últimos experimentos financiados por la subvención, algunos de los cuales aún están en curso, estamos tratando de probar los límites de estos mecanismos, por ejemplo cuando procesan información de interactuantes no humanos (como robots o avatares), así como la forma en que estos mecanismos se modifican cuando las personas se esfuerzan por comprender o participar en interacciones sociales», observa Koldewyn.

Fomentar la neurociencia del desarrollo

En un estudio que se publicará dentro de poco, en el que se utilizó la estimulación magnética transcraneal, el equipo descubrió que el área corporal extraestriada izquierda, una región del hemisferio izquierdo responsable del procesamiento de la información corporal, desempeña un papel desconocido hasta ahora en la percepción de las interacciones sociales. «Este hallazgo dejará perplejos a los expertos del ámbito de la percepción corporal», afirma Koldewyn. En otro estudio no solo se descubrió una diferencia inesperada en las redes cerebrales entre niños y adultos, sino que además se desarrolló la «conectividad de apoyo», una nueva y vanguardista técnica para el campo de la neurociencia del desarrollo. «Una de nuestras principales conclusiones es que la capacidad de los niños para analizar la información compleja y matizada que se transmite en las interacciones aún no está al nivel de los adultos en la adolescencia temprana», añade Koldewyn.

Una pieza fundamental del rompecabezas

Los resultados constituyen una pieza fundamental en la comprensión de cómo el desarrollo social afecta y se entrelaza con otros aspectos del desarrollo cognitivo. «Comprender el funcionamiento de las redes neuronales, el tipo de información que codifican y a la que responden y el modo en el que cambian a lo largo del desarrollo —y después tratar de vincular esa información con el comportamiento y las habilidades de las personas— constituyen los primeros pasos básicos para saber cómo ayudar mejor a las personas cuando estos mecanismos o habilidades se alteran», afirma Koldewyn.

Palabras clave

Becoming Social, interacción, percepción, cuerpo, adolescencia, niños, capacidad, cerebro, regiones

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