Mejor diagnóstico, prevención y tratamiento del síndrome del intestino irritable
El síndrome del intestino irritable (SII) afecta a más de sesenta millones de europeos. Sin embargo, muchas de las personas aquejadas experimentan retrasos e imprecisiones en el diagnóstico y el tratamiento. Esto se debe, a menudo, a la falta de conocimientos sobre las causas subyacentes y sobre cómo el SII interactúa con otras afecciones, conocidas como enfermedades concomitantes.
SII y trastornos mentales
El proyecto DISCOvERIE(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos, se puso en marcha con el objetivo de atender estas necesidades no cubiertas y comprender mejor los orígenes del SII. Se prestó especial atención a la frecuente asociación del SII con trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, así como con afecciones físicas como la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica. El proyecto fue coordinado por Javier Santos, gastroenterólogo, y Josep Antoni Ramos-Quiroga, psiquiatra, ambos del Vall d'Hebron Instituto de Investigación (VHIR, por sus siglas en catalán)(se abrirá en una nueva ventana). «Nuestra hipótesis era que los componentes del eje cerebro-intestino (incluyendo la microbiota intestinal, los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario asociados al intestino, y las respuestas cerebrales) podrían desempeñar un papel importante en la aparición de los síntomas», comenta Santos. «Queríamos identificar marcadores biológicos, o biomarcadores, que pudieran ayudar a diagnosticar con mayor precisión los subtipos de SII, favoreciendo así un diagnóstico más temprano y tratamientos personalizados». Otros objetivos incluían el desarrollo de directrices clínicas que tengan en cuenta las diferencias individuales según el sexo, con el fin de mejorar los resultados de los pacientes y, al mismo tiempo, reducir los costes sanitarios.
Análisis exhaustivo de los factores que subyacen al SII
DISCOvERIE reunió a un equipo multidisciplinar de especialistas en neurogastroenterología, psiquiatría, inmunología y tecnología, que colaboró con empresas innovadoras. A pesar de los retos planteados por la pandemia de COVID-19, el equipo logró seleccionar a más de ochocientos participantes, entre los que se incluían personas aquejadas de SII, con y sin las enfermedades concomitantes mentales y somáticas seleccionadas, y personas sanas como grupo de control. Esta cohorte amplia y diversa posibilitó efectuar un análisis exhaustivo de los factores biológicos, psicológicos y ambientales que influyen en el SII. En el proyecto se recogieron muestras biológicas (sangre, heces, orina y biopsias de colon) para estudiar la función de la barrera intestinal, la composición de la microbiota y las respuestas nerviosas e inmunitarias, tanto periféricas como centrales. En este sentido, los hallazgos sobre la permeabilidad intestinal revelaron diferencias sutiles en la integridad de la barrera intestinal entre las personas aquejadas de SII. «También utilizamos modelos animales para simular alteraciones de la salud intestinal en las primeras etapas de la vida, con el fin de entender cómo podrían influir en la inflamación cerebral y la ansiedad», explica Santos. «Esto ayudó a esclarecer la conexión intestino-cerebro. Además, se utilizaron herramientas de salud digital, como teléfonos inteligentes y dispositivos ponibles, para supervisar en tiempo real los síntomas, el estrés, el sueño y la actividad, los cuales proporcionaron información sobre cómo los factores psicosociales y ambientales influyen en la variación de los síntomas y en la heterogeneidad de la enfermedad».
Tratamientos personalizados
El equipo de DISCOvERIE logró avances en varios ámbitos. Se desarrollaron biomarcadores para diferenciar los subtipos de SII y sus trastornos asociados, así como un análisis de inmunoadsorción enzimática (ELISA). Esta técnica sencilla y no invasiva puede facilitar el diagnóstico en la práctica clínica y ya está disponible comercialmente. «Los análisis del microbioma y de los marcadores inmunitarios sugieren posibles patrones relacionados con el sexo, vinculados al SII y sus enfermedades concomitantes, lo que contribuye a una mejor comprensión de los mecanismos de la enfermedad», observa Santos. «En el proyecto también se elaboraron recomendaciones para directrices clínicas que tengan en cuenta aspectos específicos relacionados con la edad y el sexo, con el objetivo de avanzar hacia una atención más personalizada». El trabajo futuro se centrará en integrar los biomarcadores validados en la práctica clínica habitual en toda Europa. La creación de una red europea de referencia para el SII, COIBSnet(se abrirá en una nueva ventana), conectará a los proveedores de atención sanitaria, asegurando así el acceso a conocimientos especializados multidisciplinares para casos complejos. «La investigación futura tendrá como objetivo perfeccionar las herramientas de diagnóstico, desarrollar tratamientos selectivos y analizar cómo la microbiota y el sistema inmunitario influyen en la evolución de la enfermedad», concluye Santos. «Traducir los hallazgos de la investigación en directrices clínicas actualizadas y personalizadas permitirá ofrecer tratamientos adaptados a cada paciente».