Experimentar la vida de forma intensa a través de los ojos de los demás
¿Y si las redes sociales fueran más allá de las fotos, los vídeos y las publicaciones, permitiéndonos compartir emociones reales e incluso «revivir» experiencias? Basta con imaginar la emoción de una montaña rusa, pasear por un museo o acompañar a un amigo en un viaje al extranjero como si se tratara del nuestro, sumergiéndonos por completo en las vistas, los sonidos e incluso la sensación de espacio y tiempo. El proyecto financiado con fondos europeos EXPERIENCE(se abrirá en una nueva ventana) buscaba revolucionar el modo en que los humanos registran, comparten y comprenden experiencias a través de la realidad virtual y la inteligencia artificial. «Nuestro principal objetivo era permitir que cualquiera pudiera capturar su propia “realidad personal ampliada” —una recreación digital de lo que se ve, se oye y se siente— y compartirla para que otros pudieran “revivir” esos momentos a través de la realidad virtual», señala el coordinador del proyecto, Gaetano Valenza.
Reinos virtuales que rezuman vida
El equipo de EXPERIENCE se basó en la inteligencia artificial para que todo el mundo pudiera crear y compartir experiencias virtuales totalmente inmersivas de forma automática y sencilla. Hasta ahora, estos entornos virtuales tan realistas requerían conocimientos avanzados de codificación o modelado tridimensional. Otro reto tecnológico consistía en comprender mejor cómo hacer que las experiencias virtuales resultaran tan naturales y emocionantes como las reales. «Las personas no siempre reaccionan ante los entornos virtuales de la misma manera que ante las experiencias de la vida real. Puede que una montaña rusa virtual no resulte tan emocionante como una real, o que una puesta de sol virtual no evoque las mismas emociones», afirma Valenza.
Registrar todo el espectro de la experiencia humana
El equipo de EXPERIENCE logró un progreso notable en tecnología, ciencia y validación clínica, creando un sistema ponible cómodo y de grado médico. Más allá de los sensores ponibles, el prototipo combina «software» inteligente e inteligencia artificial para capturar y recrear experiencias multisensoriales. «El dispositivo ponible está formado por un gorro electroencefalográfico para captar las señales cerebrales, un cinturón torácico para monitorizar la actividad cardíaca y la respiración, y cámaras y micrófonos para grabar imágenes y sonido», destaca Valenza. Los usuarios pueden etiquetar momentos emocionalmente significativos, y todos los datos se envían a través de Bluetooth o wifi a una aplicación móvil. «La aplicación gestiona las grabaciones, carga los datos y proporciona información biológica en tiempo real, como la variabilidad del ritmo cardíaco y visualizaciones del estado de ánimo», explica Valenza. «La inteligencia artificial avanzada y la reconstrucción tridimensional crean gemelos digitales realistas de entornos físicos, combinando datos emocionales, fisiológicos y de comportamiento. La interfaz de realidad virtual permite a los usuarios “revivir” experiencias grabadas mediante retroalimentación háptica para simular sensaciones físicas y les permite ralentizar o acelerar el tiempo para explorar momentos a su propio ritmo».
Percepción alterada del espacio y el tiempo
El equipo enfrentó desafíos para garantizar que la experiencia virtual desencadenara emociones genuinas en vez de reacciones falsas o forzadas. Estas simulaciones también tenían que desencadenar respuestas mentales, emocionales y conductuales únicas basadas en las características específicas de la persona. «El cerebro y el cuerpo reaccionan de manera diferente ante entornos virtuales y reales, lo que altera la fisiología y la percepción espacial», subraya Valenza. «Las emociones influyeron en la percepción del tiempo: las personas sanas experimentaron cambios flexibles en el tiempo (expansión o contracción) basados en el contenido emocional, mientras que las personas con depresión mostraron una sensibilidad reducida, lo que confirma las teorías de la “insensibilidad al contexto emocional”». La actividad del cerebro y del corazón estaban estrechamente vinculadas durante los momentos emocionales, pero esta sincronía se interrumpía en la depresión. El espacio también influyó en la percepción del tiempo: los grandes espacios virtuales hicieron que el tiempo pareciera más lento. Finalmente, la estimulación eléctrica leve redujo las náuseas inducidas por la realidad virtual (mareo cibernético).
Implicaciones para la salud mental
El sistema promete ofrecer una terapia altamente personalizada, adaptando los entornos virtuales en tiempo real para contrarrestar el estado emocional del usuario. Por ejemplo, si alguien se siente ansioso, el sistema podría crear un ambiente tranquilo para aliviar la ansiedad. «Su seguimiento del estado de ánimo en tiempo real, su terapia basada en las emociones y sus capacidades para prevenir las recaídas lo convierten en una herramienta muy eficaz para tratar la depresión, la ansiedad y las fobias», concluye Valenza.