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Identifying biomarkers of stress-induced neurophysiological changes and emotion regulation deficits to predict relapse during nicotine abstinence

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Búsqueda de biomarcadores para la recaída en el tabaquismo

Un equipo de investigadores se propuso encontrar indicadores que ayudaran a detectar a las personas con mayor probabilidad de volver a fumar después de haberlo dejado.

El tabaquismo es la principal causa evitable de muerte y discapacidad en todo el mundo. El tabaquismo pasivo también conlleva graves riesgos para la salud. Existen muchas intervenciones para ayudar a los fumadores a abandonar su hábito, aunque solo cerca del 15 % lo deja durante más de 6-12 meses. Identificar a los fumadores con mayor riesgo de recaída podría favorecer el desarrollo de terapias personalizadas para ayudarles a dejar de fumar de una vez por todas. En el proyecto BioNic, financiado por las acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana), los investigadores trataron de determinar qué fumadores eran más propensos a recaer analizando biomarcadores relacionados con el estrés antes de que dejaran el tabaco. Además, examinaron los vínculos entre las deficiencias en la regulación emocional y los cambios en la actividad cerebral relacionados con la abstinencia de nicotina a largo plazo. «Una de las hipótesis de partida era que los participantes con una mayor reactividad al estrés y una menor eficacia en la regulación emocional tendrían un mayor riesgo de recaída», explica Georgia Panayiotou(se abrirá en una nueva ventana), catedrática de Psicología Clínica en la Universidad de Chipre y coordinadora del proyecto BioNic.

Biomarcadores relacionados con el estrés

El proyecto BioNic se centró en biomarcadores relacionados con el estrés en varias áreas clave, aplicando un protocolo de tres días durante un periodo de seis meses que incluía una tarea estresante. Los investigadores evaluaron la neurofisiología de los fumadores mediante electroencefalografía; recogieron muestras de saliva y sangre para medir hormonas, metabolitos de la nicotina y marcadores de inflamación; analizaron la psicofisiología a través de la frecuencia cardíaca y la variabilidad de la frecuencia cardíaca, y recopilaron medidas facilitadas por los participantes sobre su regulación emocional y sus características psicológicas. A continuación, se pidió a los participantes que dejaran de fumar durante veinticuatro horas y, cuando volvieron al laboratorio, el equipo repitió las pruebas en condiciones de estrés. «En este punto, algunos participantes lograron veinticuatro horas de abstinencia y otros no», comenta Panos Zanos(se abrirá en una nueva ventana), investigador principal de BioNic. La abstinencia se volvió a evaluar a los 3 y 6 meses, junto con algunas variables psicológicas y mediciones de las muestras biológicas.

La complejidad del abandono del tabaquismo

Los resultados revelaron una situación heterogénea. «Los seres humanos son organismos sumamente complejos, y con la adicción, como enfermedad, aún más», comenta Panayiotou. Así las cosas, el equipo de investigación aprendió mucho. Durante el primer día de abstinencia, pareció emerger un perfil de reactividad al estrés. La actividad cerebral mostraba mejoras en comparación con quienes no lograron dejar de fumar, con una mejor disposición y un mayor compromiso durante la ejecución de la tarea estresante. «Quienes lograron veinticuatro horas de abstinencia parecían estar en mejor posición para afrontar la exigencia de la situación», apunta Markos Apostolakis(se abrirá en una nueva ventana), investigador responsable de la recopilación de datos del equipo. La frecuencia cardíaca permitió predecir la abstinencia, y un ritmo cardíaco en reposo más bajo se asoció con un mayor éxito para estar veinticuatro horas sin fumar. Hasta ahora, no se han identificado biomarcadores a partir de muestras biológicas ni de la regulación emocional comunicada por los participantes, aunque los investigadores esperan hallar muchos más al emplear técnicas más avanzadas. «Hemos establecido colaboraciones para incorporar algoritmos de aprendizaje automático que evalúen distintos modelos con los resultados de nuestro proyecto», agrega Panayiotou.

Mejores estrategias para dejar de fumar

Los resultados podrían ayudar a mejorar las estrategias para dejar de fumar, al proporcionar perfiles de biomarcadores de vulnerabilidad y resiliencia, incluso antes del abandono del tabaquismo. «Para los médicos, esto supondría poder reconocer a los pacientes que pueden necesitar un apoyo más intensivo o integral antes de un intento de abandono o durante la abstinencia», explica Panayiotou. A lo que agrega: «Para los fumadores, ofrece información sobre por qué dejar de fumar es más difícil para algunas personas, cambiando el enfoque de la “falta de fuerza de voluntad”, que estigmatiza al paciente, a características biológicas y psicológicas cuantificables». El equipo espera ahora identificar también marcadores epigenéticos que expliquen la vulnerabilidad a experimentar una recaída. «Una vez que tengamos los resultados finales y hayamos identificado los vacíos en la bibliografía, daremos el siguiente paso, sea cual sea», concluye Panayiotou.

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