Lucha contra la degradación del suelo en todo el mundo
Los suelos sanos son la base de nuestros sistemas alimentarios, además de proporcionarnos aire y agua limpios. También apoyan la biodiversidad y capturan y almacenan el carbono atmosférico, mitigando así el cambio climático. Sin embargo, se considera que más del 60 % de los suelos(se abrirá en una nueva ventana) de la Unión Europea (UE) se encuentran en un estado insalubre debido a prácticas de gestión insostenibles, a la contaminación o a que están cubiertos por edificios e infraestructuras. Por lo tanto, la degradación del suelo representa una amenaza importante para la sostenibilidad agrícola y la producción de alimentos en todo el mundo. El proyecto TUdi(se abrirá en una nueva ventana) abordó este desafío desarrollando herramientas, estrategias y redes para restaurar la salud del suelo en tierras agrícolas de Europa, China y Nueva Zelanda. El objetivo era proporcionar suelos saludables para tres sistemas de cultivo: rotaciones basadas en cereales, huertos frutales y pastizales. Ello implicó evaluar indicadores clave de degradación del suelo y brindar recomendaciones sobre qué técnicas implementar.
Herramientas de restauración de suelos
Para alcanzar este objetivo, los investigadores desarrollaron seis herramientas de apoyo a la toma de decisiones(se abrirá en una nueva ventana) multilingües y compatibles con dispositivos móviles para abordar la erosión edáfica, la compactación, el bajo contenido de carbono orgánico, la estructura deficiente y la pérdida de biodiversidad y fertilidad. También crearon una herramienta digital de apoyo socioeconómico(se abrirá en una nueva ventana) gratuita para determinar las implicaciones financieras de una determinada tecnología de restauración del suelo a escala de explotación agrícola. «Este conjunto de herramientas ayudará a los agricultores a aplicar medidas de restauración del suelo y a evaluar los costes y beneficios, así como a valorar tanto sus repercusiones prácticas como sus implicaciones económicas», afirma el coordinador del proyecto, José Alfonso Gómez Calero, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español. El consorcio también desarrolló una metabase de datos unificada que abarca 52 sitios experimentales y 600 tratamientos, que ahora está integrada en la plataforma europea BonaRes(se abrirá en una nueva ventana). Incluyeron ejemplos de buenas prácticas de gestión y restauración del suelo llevadas a cabo en granjas comerciales y en estudios de degradación del suelo. Los resultados se utilizaron para probar las herramientas desarrolladas.
Intercambio de conocimientos
Además, se creó un catálogo con veintisiete estrategias diferentes de restauración del suelo. «Ello combina una revisión detallada de la literatura técnica y científica disponible, los resultados de las técnicas probadas en la metabase de datos TUdi y el conocimiento tácito no recogido en la literatura identificada en colaboración con la red de partes interesadas de TUdi», explica Gómez Calero. «Una red permanente de partes interesadas de todos los países participantes compartió sus conocimientos para garantizar que las herramientas y actividades se ajustaran a las necesidades de las partes interesadas. Esta red se ha ampliado mediante la colaboración con los actuales grupos operativos de la Asociación Europea para la Innovación en materia de Productividad y Sostenibilidad Agrícolas(se abrirá en una nueva ventana) (EIP-AGRI) y la difusión a través de las herramientas proporcionadas por la EIP-AGRI dentro de la red de política agrícola común de la UE», prosigue Gómez Calero. Además, el consorcio recopiló y analizó información socioeconómica de diferentes tipos de agricultura en los países participantes. Los investigadores también realizaron un análisis de coste-beneficio y una evaluación de las oportunidades comerciales para las soluciones de restauración del suelo incluidas en TUdi.
El mejor consejo
Según Gómez Calero: «Esta información se utilizó para determinar los obstáculos y las oportunidades de las soluciones de restauración del suelo estudiadas en condiciones específicas, y para asesorar a los responsables de la toma de decisiones sobre la mejor manera de introducirlas». «El mensaje clave es que debemos trabajar con el máximo detalle en problemas específicos y sistemas agrícolas, en estrecha colaboración con una amplia gama de usuarios finales. Eso debería complementar las soluciones técnicas con una forma de ampliarlas que sea social y económicamente viable», concluye Gómez Calero.