Descubiertos los secretos del gen de la enfermedad celíaca
El proyecto COELIAC-EU/CLUSTER, financiado con fondos comunitarios, se centró en el estudio de la enfermedad celíaca (CD) en Europa, prestando especial atención a las manifestaciones genéticas de la enfermedad. Uno de los éxitos más importantes del proyecto fue crear un banco paneuropeo de datos lo suficientemente amplio para poder efectuar análisis adecuados. 'Convertir' la intolerancia al gluten en pistas genéticas era uno de los aspectos principales del trabajo a desarrollar por los socios del proyecto. La abundancia de muestras del banco de datos demostró que existía relación entre la incidencia de la enfermedad celíaca y determinadas secuencias genéticas en el genoma de los pacientes. El objetivo era identificar los loci implicados en la aparición de una reacción autoimmune ante la ingestión de gluten. Se comprobó que la mayoría de los pacientes de CD transportan una versión específica de un gen que codifica determinadas proteínas, conocidas como antígenos, únicas en cada personas. Estas proteínas son básicamente la firma específica de cada persona que permite diferenciar al sistema inmunológico entre las células propias y las invasoras. En el caso de las enfermedades autoinmunes, sin embargo, como la CD, las células inmunes de las personas no consiguen identificar determinados antígenos y las consideran componentes enemigos, iniciando por tanto reacciones específicas contra ellas. En general, se cree que al menos hay cuatro regiones genéticas implicadas en la patología de la CD. Se comprobó también que la importancia relativa de cada región varía en función del origen étnico (es decir, poblaciones del norte o del sur de Europa). El proyecto sirvió además para desechar la posibilidad de que una serie de regiones cromosómicas participara en la enfermedad. El próximo paso sería determinar con precisión las moléculas que resultan fundamentales para la aparición de la enfermedad y relacionarlas con unos loci genéticos específicos. Esta línea de investigación podría resultar de gran valor para los centros de investigación de Europa y también para las compañías farmacéuticas activas en el campo de las enfermedades autoinmunes.