Fagos contra las bacterias que descomponen la madera
La madera, tanto en elementos de patrimonio cultural como en yacimientos arqueológicos, sufre un gran deterioro a causa de las bacterias. Los conocimientos sobre la identidad de las bacterias y el proceso de descomposición de la madera son muy escasos. Algunas pruebas indican que las bacterias atacan en lugares con condiciones casi anaeróbicas, como postes de cimientos o restos de barcos enterrados. Los investigadores del proyecto BACPOLES pusieron en común su experiencia para identificar primero esas bacterias y determinar después su mecanismo de actuación. Parte de sus esfuerzos se centraron en los análisis moleculares de muestras de madera, y por primera vez los científicos de BACPOLES lograron aislar y purificar esas bacterias in vitro. Se efectuó una investigación sistemática basada en la bibliografía existente, estudios morfológicos, análisis moleculares y la incidencia en las muestras recogidas para elaborar una lista de bacterias con nombre propio. Se sugirió que las bacterias estudiadas eran muy parecidas al complejo CFB (citofaga-flavobacterias-bacteroides). Los análisis moleculares apuntaron también a esta teoría. Así mismo, se confirmó el potencial de los fagos para actuar como agentes de control biológico para la descomposición de la madera. Es necesario continuar investigando para evaluar la eficiencia de los fagos como conservantes y conocer mejor su modo de actuación. Es fundamental realizar estudios exhaustivos para establecer distintas condiciones favorables para aislar las bacterias de la erosión en el laboratorio. Los socios de la red garantizaron la existencia de multitud de muestras, aunque resultaría más beneficiosa la aportación externa. Actualmente se está elaborando una base de datos detallada con información sobre el proceso de la descomposición de la madera y las condiciones en la que se produce. El impacto socioeconómico de este esfuerzo concertado es inmenso, y contribuye a la comunidad y al medio ambiente. Los edificios históricos se conservarán durante las próximas generaciones, en beneficio de la economía y el turismo. Ya no se aplicarán agentes biológicos tóxicos porque se están desarrollando propuestas mejores y más rentables.