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Physical frailty and loss of functional independence in old age : determinants and adaptations to physical activity (BETTER-AGEING)

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Fragilidad y caídas en las personas mayores

Un equipo de científicos europeos ha investigado si existen vínculos entre la fragilidad en las personas mayores y la inestabilidad muscular. También se evaluó la eficacia de varios programas de ejercicio.

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La fragilidad tiene que ser uno de los archienemigos de la población que envejece. No solo es motivo de daños y de un posible confinamiento en hospitales, sino que también amenaza la independencia de las personas mayores que de otro modo podrían estar sanas. El proyecto europeo BETTER-AGEING investigó los factores implicados en la fragilidad física y programas de ejercicio que pueden contrarrestar esta degeneración. Científicos del King's College de Londres investigaron en concreto la debilidad muscular en jóvenes y mayores sanos, así como en un grupo de personas mayores de edades similares que sufrían caídas por motivos que los médicos no podían explicar. Usando técnicas como la ultrasonografía, se midieron variables como la fuerza voluntaria máxima y la activación, la potencia generada por la flexión de la pierna, estabilidad y asimetría de la fuerza. De este modo, fue posible calcular la relación entre el número de caídas y las distintas mediciones de fuerza. Se observó que existía una fuerte correlación entre la frecuencia de las caídas y la reducción de la potencia. También resultó interesante comprobar que la asimetría de la potencia no predisponía a las personas mayores a caerse. Asimismo, el grupo de pacientes de la misma edad que sufría caídas demostró una degeneración superior a lo esperado para su edad cronológica. Como estrategia preventiva, los programas de ejercicio y entrenamiento parecen ser una medida adecuada que podrían aplicar los fisioterapeutas y los trabajadores sociales con formación. Los científicos descubrieron que las personas mayores que sufrían caídas y los que no las sufrían mostraban una respuesta similar tras someterse a un programa de ejercicio durante un año. Esto dio como resultado un incremento de la fuerza en varios grupos musculares. Como alternativa, se realizó una prueba con un entrenamiento ligero de Tai Chi, que demostró beneficios potenciales para la confianza y se observó que promueve el hábito de realizar ejercicio. Los resultados de este estudio han sido divulgados a través de una serie de grupos de trabajo que incluyen a los profesionales médicos, las autoridades sanitarias y organizaciones benéficas de la tercera edad. Los programas de ejercicios que podrían evitar o reducir las caídas podrían incluirse en un sistema que pondría fin a la instigación de un círculo vicioso de fragilidad y caídas. Esto contribuiría de manera significativa a lograr el objetivo europeo de garantizar un envejecimiento saludable de la población.

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