Las moscas de la fruta esclarecen los factores del desarrollo
Desde hace muchos años se viene utilizando extensivamente la drosófila, o mosca de la fruta, como sistema modelo para estudiar el desarrollo. Su corto ciclo de vida y las herramientas genéticas disponibles la han convertido en un modelo ideal para acercarse a la complejidad de los procesos biológicos implicados en el desarrollo morfológico de un organismo. La metamorfosis es un acontecimiento clave en el ciclo de vida de la drosófila. Durante este proceso se produce una reorganización a gran escala de los tejidos responsables de generar una mosca adulta a partir de los tejidos larvarios. El proceso es muy dinámico y el hecho de que los tejidos involucrados estén enterrados en capas profundas del interior de la larva ha dificultado el estudio detallado del mismo. El proyecto Cell Shape, Fly («Control de la forma de las células en la membrana peripodial del disco de ala de Drosophila melanogaster»), financiado por la Unión Europea, utilizó una técnica denominada microscopía confocal in vivo, que permite la observación in vitro de células vivas diseccionadas (discos de ala) a medida que produce el desarrollo. Los resultados describen muy detalladamente los complejos movimientos responsables del plegamiento de un saco doble de epitelio relativamente simple (los discos de ala) en una estructura más compleja (un ala). Los socios del proyecto fueron capaces de analizar dónde se generan las fuerzas en el saco epitelial y las respuestas celulares de las diferentes células epiteliales una vez deformadas por dichas fuerzas. El sistema modelo ex vivo desarrollado por los socios del proyecto también se puede aplicar al estudio de otros procesos de desarrollo como la muerte celular programada. La técnica de cultivo es muy versátil y se puede ampliar a otros tejidos lo que permitiría obtener imágenes en vivo de diferentes procesos y así lograr comprender mejor los mismos.
