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Nuevo estudio sobre los efectos de la dieta mediterránea

El desarrollo de la aterosclerosis viene precedido por una mayor liberación de citoquinas que puede estar inducida por una disfunción en el revestimiento de los vasos sanguíneos. Un equipo de investigadores financiado por la Unión Europea estudió los efectos de diferentes grasas, incluidos los ácidos grasos monoinsaturados (MUFA), en este fenómeno.

Parece que se van acumulando pruebas científicas que respaldan eso de que «somos lo que comemos». El proyecto Endomed («Caracterizar los efectos de la dieta mediterránea sobre la disfunción endotelial») se centró en un solo factor importante relacionado con la dieta: el mal funcionamiento del revestimiento interno de los vasos sanguíneos. Cuando funciona normalmente, el endotelio de los vasos sanguíneos realiza una serie de importantes procesos de regulación que incluyen la coagulación sanguínea, funciones de apoyo del sistema inmunitario y el control del volumen de líquido y la concentración de electrolitos. La disfunción endotelial significa que una o más de estas funciones se interrumpen o se ven mermadas. Los socios de Endomed se fijaron particularmente en los efectos del metabolismo postprandial de los ácidos grasos propios de la dieta mediterránea, durante el período posterior a una comida, sobre el desarrollo de enfermedades debidas a procesos inflamatorios como la diabetes de tipo 2 o las afecciones cardíacas. Los miembros del consorcio demostraron que los tipos de grasa que contiene la dieta podían incluso influir en la expresión génica de las células mononucleares de sangre periférica (CMSP). En determinadas circunstancias, las CMSP pueden ser responsables de la secreción de citoquinas proinflamatorias. Parece que los cambios en la expresión génica se deben a los efectos de los diferentes ácidos grasos sobre las CMSP y los diferentes tejidos y órganos que liberan diversas hormonas, así como las citoquinas. El equipo de Endomed se centró en las vías en las que participan el factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas (NF-kappaB), el receptor alfa activado por proliferadores de peroxisomas (PPARa) y el complejo de la nicotinamida adenina dinucleótido fosfato en su forma reducida (NADPH) oxidasa, todos ellos vinculados con procesos inflamatorios. La interleucina-1 (o interleuquina 1) beta (IL1B), por ejemplo, es una potente citoquina proinflamatoria que liberan los macrófagos en los pacientes con diabetes de tipo 2 y que está regulada por el NF-kappaB. Los resultados preliminares mostraron que la regulación al alza de las rutas en las que participan agentes proinflamatorios podría variar en función de los distintos tipos de grasa que contenga la dieta. La regulación al alza de los genes responsables de estas moléculas indica que los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) y los MUFA podrían estar induciendo una respuesta inflamatoria postprandial ante un aumento de la producción de especies reactivas del oxígeno (ROS). Otra línea de investigación del consorcio Endomed se dedicó al seguimiento en vivo de la actividad de los monocitos, un tipo de CMSP. Para ello sometieron a CMSP de individuos sanos y obesos a estudios de expresión génica. En este caso, el objetivo eran otros genes candidatos relacionados con las rutas de la inflamación, el metabolismo lipídico y el estrés oxidativo. Los datos obtenidos a partir de estos estudios se pueden utilizar para proporcionar al público en general pautas nutricionales capaces de reducir la carga de la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Los pacientes que sufren de estos trastornos metabólicos también podrían beneficiarse de los ajustes en su consumo total de grasa, así como respecto al tipo de grasa consumida.

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