Revertir los procesos de desertificación
Casi a diario surgen noticias respecto a la desertificación del planeta y el deterioro de la calidad del suelo, fenómenos éstos que agravan el calentamiento global y constituyen una grave amenaza para el medio ambiente. No obstante, estas polémicas crónicas procedentes de todo el mundo describen y evalúan estos fenómenos de formas muy distintas. Es preciso, pues, desarrollar un conjunto de estándares armonizados para obtener una lectura más precisa de la situación. Los responsables del proyecto INDEX («Indicadores y umbrales de desertificación, calidad del suelo y acciones correctivas»), financiado con fondos comunitarios, abordaron la compleja tarea de desarrollar indicadores de evaluación de la pérdida de suelo, la salinidad, las comunidades de plantas y otros elementos relacionados con la desertificación. En consonancia con la prioridad temática del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE «Desarrollo sostenible, cambio planetario y ecosistemas», estudiaron la desertificación y la degradación del suelo para desarrollar un nuevo conjunto de indicadores factibles para evaluar el cambio global asociado a dichos fenómenos. Según pudo constatar el equipo del proyecto, a pesar de que, por lo general, los indicadores existentes permiten realizar un seguimiento del estado del suelo a lo largo de periodos prolongados y evaluar situaciones de crisis, no resultan útiles en lo que respecta a la prevención de riesgos ni aportan soluciones a la desertificación. Por su parte, muchas organizaciones prestigiosas como el Convenio de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (CNUCD) han hecho hincapié en la necesidad acuciante de desarrollar indicadores más eficaces y sistemas de alerta temprana de alto rendimiento y bajo coste. Por consiguiente, INDEX recopiló información de iniciativas y estudios anteriores para desarrollar indicadores adecuados para distintos horizontes temporales y extensiones de terreno. Más concretamente, los investigadores diseñaron indicadores que contemplan la calidad ecológica del suelo además de sus niveles de captación, recurriendo a disciplinas como la biología molecular, el estudio de la diversidad genética, la dinámica enzimática, la física del suelo o la reología. El equipo adoptó una estrategia más holística para desarrollar los indicadores y recogió muestras durante dos años en distintos emplazamientos con el fin de elaborar un conjunto de parámetros más exhaustivo que el que se emplea tradicionalmente, para más tarde someter a prueba su eficacia como instrumento de evaluación de la calidad del suelo. En última instancia, gracias a su posición predominante en este campo, la UE podrá proporcionar a gobiernos de todo el mundo nuevos parámetros estandarizados para abordar y revertir la degradación del suelo y la desertificación.