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Una revisión de la política de innovación destaca los logros y los retos

En los últimos años, la UE y sus Estados miembros han conseguido avances considerables en el terreno de la innovación. Sin embargo, para que la UE llegue a convertirse en la principal economía basada en el conomiento a nivel mundial, es urgente que se sigan tomando medidas en ...

En los últimos años, la UE y sus Estados miembros han conseguido avances considerables en el terreno de la innovación. Sin embargo, para que la UE llegue a convertirse en la principal economía basada en el conomiento a nivel mundial, es urgente que se sigan tomando medidas en este ámbito. Éste es el principal mensaje de la Comunicación recién publicada por la Comisión Europea, en la que se revisan los progresos de la UE en cuanto a innovación y también se destacan los retos que afronta. En el transcurso de los últimos años, en el marco de la Asociación de Lisboa para el Crecimiento y el Empleo, la UE ha puesto en marcha una serie de políticas e iniciativas diseñadas específicamente para impulsar la innovación en Europa. Según se lee en la Comunicación: «La innovación es una condición previa para la creación de una economía de bajas emisiones de carbono y basada en el conocimiento. Es crucial ejercer un control de esta transformación para mantener la competitividad en un mundo globalizado y para alcanzar objetivos sociales más amplios de manera sostenible, bajo la presión que imponen los cambios demográficos, el desafío climático, la escasez de recursos y las nuevas amenazas para la seguridad.» En opinión de la Comisión, se han realizado progresos en varios aspectos. La mayoría de Estados miembros ha mejorado su rendimiento en materia de innovación, de manera que se ha estrechado la brecha que separa a la UE de sus principales competidores, en concreto Estados Unidos y Japón. El análisis de la situación actual revela que los países más innovadores presentan una serie de características comunes. «Por regla general, invierten por encima de la media en educación, formación y aprendizaje permanente; presentan el porcentaje más elevado de inversión en I+D [investigación y desarrollo] de su PIB [Producto Interior Bruto]; y cuentan con instrumentos de apoyo a la adopción de nuevas tecnologías y productos en los sectores público y privado», se lee en el informe. «Además, la experiencia nos enseña que dichos países están más preparados para sacar partido al intercambio de mejores prácticas y para aprender de los demás.» A nivel europeo, se ha facilitado el acceso al mercado único. Hay en vigor legislación como la «Iniciativa en favor de las pequeñas empresas» (Small Businesses Act) y la Directiva relativa a los servicios en el mercado interior que debería favorecer a las empresas, sobre todo a las pequeñas y medianas o PYME. Asimismo, las normas en materia de ayudas estatales, actualizadas recientemente, facilitan la concesión de ayudas por parte de los Estados miembros para actividades de innovación e investigación. Por otra parte, son muchos los países que han establecido regímenes de incentivos fiscales para promover las inversiones en I+D. Actualmente hay varias fuentes de financiación comunitaria para la investigación, entre ellas el Séptimo Programa Marco (7PM, cuyo presupuesto asciende a 54.000 millones de euros), el Programa para la Innovación y la Competitividad (PIC), la Política de Cohesión (que dedica la cuarta parte de su presupuesto a actividades en materia de innovación) y los fondos de la UE para el desarrollo rural, que incluyen 337 millones de euros asignados al desarrollo de nuevos productos, procesos y tecnologías en los sectores de la agricultura, la alimentación y la silvicultura. Por añadidura, iniciativas como el Espacio Europeo de Investigación (EEI), las Iniciativas Tecnológicas Conjuntas (ITC) y el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) están ayudando a mejorar los vínculos entre los investigadores de distintos países y entre las universidades, la empresa y la industria. No obstante, hay un gran margen de mejora. En muchos países se necesita un cambio de mentalidad. «La innovación y la iniciativa empresarial no se reconocen suficientemente como valores en toda Europa, mientras que el fracaso que en ocasiones conllevan sigue siendo estigmatizado», se lee en el informe. La inexistencia de una patente comunitaria provoca que el proceso de proteger la propiedad intelectual resulte más costoso en Europa que en Estados Unidos y Japón. «Es hora de cambiar esta situación», se afirma en la Comunicación. Además, es necesario que las autoridades públicas intervengan más por lo que se refiere a estimular la innovación, por ejemplo en los procesos de contratación pública. En la Comunicación también se pide una mejor coordinación entre las políticas diseñadas para impulsar la innovación a nivel regional, nacional y comunitario. Por otra parte, se señala que, pese a la abundancia de fondos comunitarios disponibles para apoyar actividades de investigación e innovación, muchos de los interesados se desaniman ante la cantidad de burocracia. En una encuesta reciente, las empresas expresaron claramente su deseo de que los procedimientos fueran más sencillos y ágiles. «El análisis del progreso logrado en los últimos años muestra que la UE ha identificado con acierto la innovación como factor fundamental para llegar a un futuro de prosperidad», concluye la Comunicación. «No obstante, hacer de la UE un espacio dinámico en materia de innovación exige una atención continua y reclama un mejor aprovechamiento del potencial que atesora la asociación entre la Unión Europea y sus Estados miembros mediante la adopción de acciones más específicas y mejor coordinadas a todos los niveles.» Seguidamente, la Comisión consultará a los Estados miembros y otras partes interesadas con el fin de proponer una «ley europea sobre la innovación» en la primavera de 2010.

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