Las ciudades como microespacios para la superación personal de la mujer
Al analizar la trata de personas desde el prisma social de la moral y la criminología, puede convertirse en una cuestión algo difusa para la sociedad. El resultado es que las mujeres pueden verse atrapadas y confinadas en estereotipos que acaban inhibiendo su autonomía personal. En respuesta a esta realidad, el proyecto Unbound 23, financiado con fondos de la UE, buscó un nuevo modelo de solidaridad social que fuese más allá del estado del bienestar y dejase atrás la dicotomía entre lo urbano y lo social. Lo anterior suponía considerar a la mujer sin tener en cuenta los límites impuestos por la victimización a consecuencia de la trata de personas, así como el análisis de la cuestión más amplia de la violencia contra las mujeres. Asimismo, supuso replantearse la noción del empoderamiento centrándose en las ciudades como espacios para la superación personal de la mujer. El trabajo de campo se repartió entre Chicago (Illinois, Estados Unidos) durante un año y otras ciudades de Sicilia (Italia) durante un año más. En Chicago se prestó atención a las trabajadoras sexuales estadounidenses, las trabajadoras latinas y las refugiadas internacionales investigando sus experiencias personales de violencia y superación. Por su parte, el estudio en Sicilia se centró en las vendedoras callejeras senegalesas y en cómo controlan su situación en un momento y lugar determinados. Al considerar las ciudades como espacios para el empoderamiento de la mujer, el proyecto descubrió varias vías para replantearse las limitaciones morales y políticas de las normas vigentes en el entorno urbano para combatir la trata de personas. Además, se pueden difuminar los límites entre los problemas relacionados con la protección social, el empleo y los movimientos migratorios promoviendo nuevas vías para el intercambio de conocimientos entre el público en general y los responsables políticos.