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Language in our hand: The role of modality in shaping spatial language development in deaf and hearing children

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El desarrollo del lenguaje espacial en los niños sordos expresado mediante lengua de signos

Los niños con déficit auditivo adquieren el lenguaje espacial igual de bien, si no mejor, que los oyentes. Una investigación reciente reveló una serie de hallazgos tan sorprendentes como positivos, que contradicen la opinión generalizada sobre esta cuestión.

El cerebro humano recibe información espacial constantemente; cuando corremos hacia nuestro coche, respondemos al teléfono o pasa a nuestro lado un vehículo en movimiento. La lengua oral nos ayuda a explicar las relaciones espaciales que tenemos con los objetos que nos rodean, pero la forma de comunicar estos estímulos espaciales es distinta cuando se expresa mediante la lengua de signos, que permite expresar tales relaciones de forma menos abstracta y más simbólica que la lengua oral. Este hecho ha impulsado a la comunidad científica a estudiar la adquisición del lenguaje a fin de averiguar si obedece a una serie de procesos universales enmarcados en un diseño lingüístico innato y un patrón universal de desarrollo conceptual. A fin de despejar esta incógnita, los artífices del proyecto LANGUAGE IN OUR HAND (Language in our hand: The role of modality in shaping spatial language development in deaf and hearing children) llevaron a cabo un análisis comparativo de los procesos de adquisición de la lengua oral y de signos, utilizando como modelo la lengua de signos turca. El consorcio estudió a niños de la misma edad con y sin discapacidad auditiva para comprobar si la lengua de signos dificulta o agiliza el desarrollo o no afecta al mismo, teniendo en cuenta también la gesticulación. Para realizar el estudio se utilizaron oraciones que describían acciones estáticas (como «el libro está sobre la mesa») y dinámicas («el gato salta dentro de la caja» o «el niño esconde la pelota debajo de la cama»). De los datos obtenidos sobre distintos grupos de edad se desprende que los niños sordos siguen patrones similares a los de los oyentes para procesar la ubicación espacial (dentro, sobre, debajo, etc.). Asimismo, el equipo constató que los niños con déficit auditivo incluso poseían destrezas más avanzadas que los oyentes en lo referente a las ubicaciones espaciales relativas, como los conceptos izquierda y derecha. Por otra parte, los niños que utilizaban la lengua de signos habían adquirido competencias equivalentes a las de los adultos en lo que respecta a la expresión de acciones de movimiento, tales como la descrita en la oración «la niña caminó hacia el coche». Estos y otros hallazgos del consorcio demuestran que la capacidad de adquisición de destrezas espaciales de los niños con sordera no solo no está mermada, como sugerían estudios y concepciones anteriores, sino que puede llegar incluso a ser superior a la de los niños oyentes en algunos aspectos. Este proyecto aporta nuevas claves al estudio de la lengua de signos y del desarrollo cognitivo y del lenguaje espacial. Sus resultados podrían ser de utilidad para orientar las estrategias de aprendizaje del lenguaje espacial en niños sordos y oyentes y, en última instancia, facilitar la inclusión social de las personas con déficit auditivo mediante el aprendizaje bilingüe bimodal de las lenguas de signos y oral, lo que a su vez repercutiría favorablemente en el desarrollo de los niños de todo el mundo.

Palabras clave

Lenguaje espacial, niños sordos, adquisición del lenguaje, lengua de signos, niños oyentes

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