La red neuronal que controla el movimiento de los brazos
El LPM controla los movimientos de nuestros brazos y, por tanto, nuestra interacción con el entorno. Estudios en primates no humanos han revelado que el LPM presenta diferentes áreas estructurales. Sin embargo, sigue siendo una de las regiones del cerebro menos estudiadas y aún no se sabe muy bien el papel exacto que desempeña cada una sus áreas en el comportamiento sensoriomotriz. Los investigadores del proyecto financiado por la Unión Europea MIPFORACTION (Understanding the organisation of the medial parietal cortex: Sensorimotor integration for goal-directed behaviour) se propusieron caracterizar de forma exhaustiva las áreas corticales relacionadas con la coordinación de los movimientos precisos de los brazos. El objetivo era estudiar la red neuronal de codificación de estímulos en el LPM responsable de los movimientos de alcance y cómo la información de los diferentes sentidos influye en estos movimientos. El proyecto combinó técnicas punteras de fisiología y anatomía empleando la inoculación de agentes de contraste (guiada por IRM) y la cartografía de respuestas sensoriales (visuales y somatosensoriales). Para estudiar la funcionalidad del LPM, los investigadores registraron la actividad eléctrica del cerebro en monos entrenados para alcanzar objetivos visuales y propioceptivos. Los resultados del proyecto demostraron que las áreas del LPM forman conexiones con diferentes regiones del encéfalo incluyendo los lóbulos frontal, temporal, parietal y el sistema límbico. Estos también corroboran la naturaleza asociativa (ni estrictamente sensorial ni motriz) del LPM, lo que demuestra la ausencia tanto de conexiones con los lóbulos sensoriales primarios como de respuestas puramente sensoriales. Es más, se descubrió que la región parietal posterior presentaba áreas histológicamente definidas con cierto solape en patrones de conectividad y función, lo que proporcionó nueva información para el desarrollo de las teorías sobre el procesamiento distribuido de información. Los resultados de MIPFORACTION mejoraron la comprensión de las regiones del encéfalo que conforman el área de asociación sensitiva parietal y su participación en el comportamiento sensoriomotriz. Este conocimiento permitirá realizar estudios ulteriores sobre la base celular de determinados síndromes neurológicos como, por ejemplo, la ataxia óptica. Comprender el papel que desempeñan las áreas parietales mediales en el movimiento será de gran utilidad a la hora de implantar de forma precisa dispositivos prostéticos que ayuden a controlar miembros artificiales. Se espera que este tipo de estudios beneficie a pacientes que padecen lesiones cerebrales o enfermedades neurodegenerativas gracias al restablecimiento parcial de las habilidades motrices.