Una manera más eficaz de supervisar la producción lechera
La seguridad alimentaria empieza con un control eficaz. Para la industria de producción lechera, eso implica supervisar minuciosamente los contaminantes en cada etapa de la cadena de suministro, empezando en la explotación y continuando hasta que el producto llega al estante del supermercado. Desafortunadamente, esto es más fácil decirlo que hacerlo. Tal y como afirma Stefano Toffanin, director de investigación en el Consejo Nacional de Investigación de Italia: «En la actualidad, la manera en que controlamos la producción lechera es cara y laboriosa. De hecho, se puede tardar horas para realizar las pruebas habituales e incluso días para obtener los resultados». Con el apoyo de los fondos europeos, Toffanin lidera una iniciativa para racionalizar el proceso de seguimiento lechero. «Nuestra tecnología consiste en un sensor fotónico autogestionado, automático e integrado que se puede utilizar para realizar rápidamente controles rutinarios “in situ” en toda la cadena de suministro lechera y, además, en tiempo real», explica Toffanin.
Racionalizar y simplificar la obtención de muestras
Según Toffanin, el sensor MOLOKO puede supervisar hasta diez indicadores de calidad y seguridad alimentaria, incluso la presencia de antibióticos y proteínas como la lactoferrina. Para ello, utiliza una innovadora combinación de fotónica orgánica, nanoplasmónica, biodiagnósticos y microfluídica. «A consecuencia de esta combinación, se puede racionalizar y simplificar el proceso de obtención de muestras y enviarlas a los laboratorios», añade.
Integración sencilla a lo largo de la cadena de suministro
El sensor compacto, diseñado específicamente para el sector de producción lechera, se puede integrar fácilmente en todos los puntos de control habituales a lo largo de la cadena de suministro. «Nuca se ha utilizado un sistema de detección tan avanzado en la extensa cadena de valor lechera —subraya Toffanin—. Nuestro sensor en miniatura destaca en cuanto a que se puede integrar en cualquier sitio, desde la ordenadora automática en la explotación, hasta las grandes plantas industriales de tratamiento de la leche, y todo lo demás». MOLOKO no solo es extremadamente versátil, sino que también es muy rápido: el sensor puede ofrecer una medición completa y fiable en unos doce minutos. Dicha velocidad no solo mejora la capacidad de los productores y las empresas de transformación alimentaria para impedir que los contaminantes se introduzcan y transmitan por la cadena alimentaria, sino que incluso puede evitar intoxicaciones alimentarias. «Al mejorar considerablemente la velocidad del diagnóstico, hemos podido tomar medidas correctivas más rápido y más extensas en la cadena de suministro», indica Toffanin.
La estrecha colaboración como clave del éxito
A pesar de los retrasos en el desarrollo debido a la pandemia de COVID-19, Toffanin afirma que el proyecto ha conseguido cumplir muchos de los objetivos establecidos. «La estrecha colaboración, apoyo y actitud positiva compartida por todos los socios del proyecto resultó esencial para lograr el éxito», añade. Algunos de esos socios siguen trabajando en el sensor MOLOKO, con el objetivo de llevarlo a la etapa de validación y, en última instancia, su comercialización. Otros socios participan en el proyecto h-ALO, financiado con fondos europeos, con la esperanza de aprovechar algunas de las tecnologías desarrolladas durante el proyecto MOLOKO y aplicarlas en una herramienta analítica basada en fotónica, a fin de que los vendedores y productores locales de alimentos puedan utilizarla para controlar la calidad y la seguridad de sus productos en tiempo real.
Palabras clave
MOLOKO, leche, producción lechera, sistema de detección, seguridad alimentaria, sensor fotónico, fotónica orgánica, biodiagnósticos, microfluídica, productores, transformación alimentaria, cadena alimentaria, intoxicación alimentaria, h-ALO
