Las ventajas de la movilidad para los jóvenes en Europa y Ghana
Muchos jóvenes han experimentado la emigración, y otros se quedan cuando sus padres emigran al extranjero. Se sabe poco sobre el efecto a medio plazo de la migración en los jóvenes del norte y del sur global. Esto se debe en parte a que la concepción de los patrones de movilidad de los jóvenes se ha centrado hasta la fecha en una definición binaria de «migración»: o se desplazan una vez, o no lo hacen. El equipo del proyecto MO-TRAYL se propuso colmar esta brecha del conocimiento para ofrecer a profesores, trabajadores sociales y responsables de la política educativa la información pertinente. «Esperamos incitar a los profesionales a pensar de forma más creativa», afirma la directora del proyecto, Valentina Mazzucato, catedrática de Globalización y Desarrollo en la Universidad de Maastricht. El equipo de MO-TRAYL, que contó con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación, realizó su trabajo en tres ciudades europeas, Amberes, Hamburgo y La Haya, y en varias ciudades de Ghana, como Accra, Kumasi y Sunyani. «Elegimos centrarnos en el caso de Ghana porque hay muchos ghaneses viviendo en Europa. Para nosotros era importante comprender en qué se diferencian los contextos europeos a la hora de abordar la movilidad de los jóvenes hacia una patria. Al mantener constante el país de origen, pudimos enfocarnos en este aspecto sin desdibujar la imagen con diferencias culturales, que hubieran existido si hubiéramos incluido más grupos», explica Mazzucato. El equipo también estudió a jóvenes que tenían padres emigrantes en el extranjero, pero que permanecieron en el país de origen, Ghana. «Se trata de un grupo importante para estudiar si queremos comprender los efectos de la movilidad en los jóvenes, porque la migración de los padres también desencadena muchos movimientos (por ejemplo, de una escuela a otra; de un hogar a otro; y de un pueblo o ciudad a otra) para los niños que se quedan», añade.
Una visión integral del impacto de la migración
El equipo de Mazzucato realizó dos tipos de análisis: etnográfico y basado en encuestas. Para el primero, ella y su equipo seleccionaron a los participantes del estudio en ciudades europeas viviendo primero en sus barrios y ganándose la confianza de los líderes comunitarios, profesores y similares. Llegaron a conocer, de manera informal, al número necesario de jóvenes de entre quince a veinticinco años que vivían en las ciudades objetivo y tenían patrones de movilidad mixtos. En Ghana, los jóvenes fueron seleccionados a partir de una muestra de estudiantes de secundaria con los que los investigadores habían trabajado en un estudio anterior. Todos los participantes dieron su consentimiento para participar, y los padres dieron su consentimiento en nombre de los menores de dieciséis años. En el proyecto también se realizó una encuesta entre los escolares de las ciudades europeas, seleccionando aleatoriamente una serie de colegios.
La migración como recurso para los jóvenes y la sociedad en su conjunto
En el proyecto se descubrió que el grupo de niños, antes considerado «pasivo», cuyos padres habían emigrado, dejándolos en el país «de origen», es sorprendentemente móvil. «Estos jóvenes suelen ser tratados como sedentarios en la bibliografía. Es decir, se supone que están en casa, esperando a que vuelvan sus padres o a que éstos manden a buscarlos para reunirse con ellos en el extranjero. Sin embargo, nuestra encuesta en Ghana mostró que estos jóvenes se mueven mucho. Cambian de colegio y de casa con más frecuencia que sus homólogos que viven con ambos progenitores», explica Mazzucato. Comprender cómo afecta esta movilidad a los jóvenes es una parte importante para responder la pregunta de cómo repercute la migración en las familias. Los investigadores occidentales que estudian esta cuestión normalmente sólo se fijan en cómo afecta la migración a los jóvenes que han emigrado. «Nadie se pregunta por el efecto de la migración en la movilidad de los jóvenes que se quedan». A través del componente etnográfico, el equipo del proyecto identificó algunas características interesantes relacionadas con las visitas a los hogares de los jóvenes residentes en Europa. Ella misma lo explica: «Una de las cosas que descubrimos fue que los jóvenes mayores que iban de visita a su país de origen, sobre todo salían con sus amigos a cafés, hoteles, piscinas, bares de copas, salas de conciertos, festivales de música, centros comerciales y clubes nocturnos, etcétera. «Durante los viajes a Ghana, conectan y pasan tiempo con familiares que son profesionales, educados e incentivadores, y que les sirven de modelo. Así, los jóvenes, a través de estas experiencias, ganan en autoconfianza, adaptabilidad, repertorios culturales y motivación». Los objetivos de vida de los jóvenes cambiaron, señala Mazzucato, debido a su movilidad. «Se volvieron más ambiciosos o mundanos, considerando su futuro más allá de sus barrios», afirma.
Un cambio de perspectiva para los educadores
El equipo espera que sus hallazgos contribuyan a una comprensión más amplia de lo que significa realmente ser un joven de origen inmigrante en Europa, y del impacto de tener un progenitor inmigrante mientras vive en Ghana. «Al mostrar el tipo de recursos que obtienen estos jóvenes, queremos destacar cómo estos viajes son activos para ellos. En la actualidad, en los tres países europeos estudiados existen leyes o políticas que penalizan las ausencias escolares por causa de los viajes. «Demostramos que los jóvenes obtienen importantes recursos que las escuelas e instituciones que se ocupan de la juventud pueden aprovechar», añade.
Palabras clave
MO-TRAYL, jóvenes, juventud, migración, opciones de vida, educación, Ghana