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The Fall of 1200BC: The role of migration and conflict in social crises at end of the Bronze Age in South-eastern Europe

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Artefactos metálicos revelan patrones de movimiento en la Edad del Bronce

Rastrear el control del metal en la Edad del Bronce nos habla de las pautas de asentamiento e interacción en esta época tempestuosa.

La Edad del Bronce en Europa y el Mediterráneo (entre 2500 y 1000 a. e. c.) fue una época de cambios importantísimos en la forma en que las personas convivían, se relacionaban y organizaban su mundo material. Las sociedades compartían estilos de cerámica y enterramiento, diseños de casas y otros ejemplos de diseño material, a lo largo de miles de kilómetros cuadrados. En el sureste de Europa, ello incluía los centros palaciegos micénicos(se abrirá en una nueva ventana) en Grecia (entre 2500 y 1000 a. e. c.) y una red contemporánea de megafortalezas(se abrirá en una nueva ventana) recientemente descubierta en la cuenca de los Cárpatos. La causa del colapso de una cultura tan diversa y próspera es una de las cuestiones que más consumen a la arqueología. «En general se admite que se derrumbaron en un breve espacio de tiempo, menos de cien años, tras lo cual la mayoría de los lugares centrales fueron abandonados y no sustituidos en las zonas que habían sido más prósperas y complejas», explica Barry Molloy(se abrirá en una nueva ventana), profesor asociado de Arqueología en el University College de Dublín(se abrirá en una nueva ventana) (Irlanda). El equipo del proyecto THE FALL, dirigido por Molloy con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación(se abrirá en una nueva ventana), se propuso ver cómo repercutía este estresante período de cambio en la vida cotidiana de las personas, sobre todo en sus desplazamientos.

Metalistería: un indicador clave de las pautas de cambio en la Edad del Bronce

La metalurgia era el vínculo económico principal que unía a los de arriba y los de abajo, sin llegar a ser una protomoneda, pero no muy lejos de serlo. Su dispersión deja huellas que pueden ser indicadores de movimiento y agitación. El armamento es una veleta: revela las rutas comerciales, la influencia cultural y los lugares de conflicto. «Aparte de la economía, el bronce era el ingrediente principal del armamento militar, por lo que los cambios en el armamento son un buen indicador de cómo interactuaban las personas, tanto en términos de dotarse de recursos bélicos como para combatir a los “otros”», afirma Molloy. El equipo utilizó pruebas isotópicas(se abrirá en una nueva ventana), junto con análisis de ajuares funerarios y pruebas genéticas, para hacerse una idea de la movilidad a lo largo de varias generaciones. «Consideramos cada población del cementerio como componentes básicos que forman un mosaico que conforma un patrón capaz de reflejar la complejidad de las sociedades de la Edad del Bronce», añade Molloy. El trabajo en curso sobre estos datos muestra una notable estabilidad en muchas áreas durante este período de agitación, pero con algunas excepciones notables.

Patrones inesperados de movimiento y comunicación

El equipo del proyecto pudo determinar que el reciclaje de metales era una característica de la época, algo que se había debatido. «Demostramos que las personas eran realmente muy exigentes al respecto. Se podía fabricar una hoz con cualquier metal, pero las espadas eran algo muy especial. Parece ser que solo se utilizaban ciertos metales y que, curiosamente, ello incluía el reciclaje de espadas para fabricar otras nuevas». El equipo del proyecto también ha realizado un nuevo descubrimiento en la cuenca de los Cárpatos. Los palacios micénicos del sur de Grecia han sido objeto de estudio durante años: «Empezamos a buscar en las imágenes por satélite de Google Earth y pronto descubrimos una enorme red de más de cien grandes yacimientos desconocidos en la llanura panónica». El equipo no solo pudo verlas en las imágenes por satélite, sino que también pudo medir su tamaño y la ubicación de la actividad en su interior. «Es algo increíblemente raro en arqueología para cualquier período en cualquier parte del mundo». El equipo visitó los emplazamientos y determinó que se trataba de una sociedad compleja y muy poblada, hasta ahora desconocida, cuyo apogeo se produjo entre 1500 y 1200 a. e. c.

Unas relaciones complejas y productivas antaño, ¡y también ahora!

Molloy encontró inspiradora la parte humana del proyecto. Eso incluía a los vivos y a los muertos, literalmente. «A pesar de las pruebas de COVID y de las tensiones personales que trajo consigo, nuestro equipo central y nuestra increíble red de colaboradores, desde Creta en el sur hasta Serbia en el norte, hicieron que el proyecto fuera mucho más que generar nuevos conocimientos. Creó nuevas relaciones y experiencias compartidas que creo que nos sirvieron de inspiración a todos», afirma Molloy.

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