Desarrollo socioeconómico: diversidad contra conformidad
El éxito de la sociedad depende de un modelo eficaz de desarrollo socioeconómico. En general, existen cuatro modelos capitalistas de desarrollo en la Unión Europea (UE), influenciados todos por el rápido proceso de globalización, a saber: orientado al mercado, continental, nórdico y del sur. El proyecto «Institutional changes and trajectories of socio-economic development models» (Icatsem), financiado con fondos comunitarios, analizó las sinergias y contrapartidas entre las dimensiones económica, social y medioambiental del desarrollo en referencia a estos modelos. El proyecto examinaba la evolución de los modelos a lo largo del tiempo, centrándose en los conflictos, la complementariedad y los cambios producidos en el panorama sociopolítico. Asimismo, sus integrantes pusieron en tela de juicio la idea de convergencia hacia un modelo específico europeo, analizando también el impacto de la globalización y las reformas estructurales que afectan a toda la UE. Mediante este examen en profundidad, el proyecto Icatsem esperaba extrapolar el futuro de cada modelo socioeconómico. En este contexto, el equipo del proyecto subrayó que el cambio institucional viene en realidad determinado por factores políticos que se reflejan en las políticas macroeconómicas, una premisa que socava la perspectiva de crecimiento basado en la estabilidad. Esto ha necesitado de un mejor entendimiento de las relaciones dinámicas existentes entre los determinantes sociopolíticos, el cambio institucional y el rendimiento socioeconómico. Entre los aspectos investigados en relación con este ámbito se incluyeron las debilidades del supuesto impulso a la innovación que se esperaba de la desregulación del mercado de productos y la clasificación de los países emergentes como modelos capitalistas. Además, el proyecto analizó la tendencia de acercamiento a una forma más liberal de capitalismo. Posteriormente, examinó las debilidades presentes en los modelos capitalistas dadas las actuales limitaciones económicas, así como el éxito de modelos nacionales individuales frente a los paneuropeos, sobre todo en lo referente a la industria. Por ejemplo, en el sector europeo de la automoción, el libre comercio y los mercados comunes han provocado un desequilibrio entre los fabricantes de automóviles, poniendo en riesgo la capacidad de la industria para sobreponerse a los retos derivados de la sostenibilidad medioambiental. Otra de las principales conclusiones fue que la diversidad de modelos en Europa todavía no se ha tenido en cuenta ni se ha incorporado a las políticas públicas, a pesar de que la Comisión Europea reconoce la importancia de esta diversidad. Todavía queda por ver si será la diversidad o la uniformidad la que dominará el futuro de la UE desde la perspectiva socioeconómica. Entretanto, las políticas europeas deben seguir reconociendo la diversidad existente y adaptarse a ella, una filosofía que parece jugar a favor de Europa. Sin duda, la diversidad supone una fortaleza.
