ESO continúa la evaluación de datos de la misión Tempel 1
Trascurridos diez días desde que la sonda Deep Impact de la NASA impactara en el cometa Tempel 1 con la misión de formar un cráter y explosionar material que estaba intacto bajo la superficie, los astrónomos de los laboratorios de La Silla y Paranal del Observatorio Europeo Austral (ESO) volvieron después de poco más de una semana a sus oficinas en Santiago de Chile. ESO es una organización intergubernamental paneuropea dedicada a la investigación astronómica en la que participan 11 países, y cuya base de operaciones se ha establecido en tres sitios de la región desértica de Atacama, en Chile. El pasado 4 de julio, el proyectil de 360 Kg., parte de la sonda Deep Impact fue lanzado contra el cometa 9P/Tempel 1, en un experimento que por primera vez en la historia ofreció la oportunidad de estudiar la corteza y el interior de un cometa, revelando información sobre las fases iniciales del Sistema Solar y en el que ESO participó activamente en las observaciones tanto previas como posteriores al impacto. Durante la misión, ESO estuvo conectado a través del teléfono, el correo electrónico y videoconferencia a sus colegas de los principales observatorios de todo el mundo, y el intercambio de datos se produjo de forma gratuita entre los diferentes grupos. Este espíritu de colaboración sin precedentes hizo que los astrónomos dispusieran de datos continuamente durante varios días y ello, añadido a la gran variedad de instrumentos, ha convertido la campaña de observación de Deep Impact en una de las de mayor éxito. A partir del análisis actual, se puede deducir que el proyectil no creó una gran zona de actividad nueva y es posible que no haya conseguido liberar grandes cantidades del material intacto que hay bajo la superficie. Sin embargo, las imágenes obtenidas por el VLT (Very Large Telescope) muestran que tras el impacto, la morfología del cometa Tempel 1 cambió de apariencia surgiendo una nueva estructura en forma de columna, producida por la expulsión de materia a una velocidad entre 700 y 1.000 Km. por hora. En una entrevista recientemente publicada por ESO, Olivier Hainaut, jefe de operaciones científicas de Paranal y especialista en cuerpos menores del Sistema Solar, explica que probablemente fuera causada por las grandes emisiones de polvo fino. El efecto tuvo, sin embargo, una corta duración, y parece ser que el polvo se fue dispersando lentamente, y el cometa volvió a recuperar la imagen previa al impacto, sin que aparentemente se produjeran cambios perdurables en el cometa. "Desde el punto de vista de la física, se debería haber formado un cráter", afirma el doctor Hainaut, "pero tenemos que esperar hasta que especialistas de la misión Deep Impact den una respuesta más precisa, lo que llevará todavía algún tiempo, ya que tendrán que recurrir a la gran cantidad de datos obtenidos por la sonda". Los datos acumulados sobre el impacto durante las diez noches constituyen la mejor de las series de espectros ópticos de las que disponen los astrónomos sobre la familia de cometas de Júpiter, con un total de más de 40 horas de tiempo de exposición. Este conjunto único ha permitido a los astrónomos caracterizar la actividad normal de los gases del cometa y detectar también, ante su propio asombro, una región activa, no relacionada con el impacto. El Tempel 1 podría estar de nuevo dormido pero para los astrónomos el trabajo no ha hecho más que empezar. En los próximos meses, tendrán que analizar las mediciones sobre la composición química detallada de los materiales liberados por el impacto y procedentes de esta fuente.